Obsesión presidencial

Fernando Maldonado

Cuando este jueves arribe el presidente de la República a las 11:45 de la mañana en el Hospital General de Tepeaca, en el marco de la celebración del afiliado 40 millones al Seguro Popular, el tema central del discurso no será el de la seguridad social.

Tampoco la pluralidad política entre un mandatario de la nación que emana del Partido Acción Nacional y un gobernador que milita en el Partido Revolucionario Institucional. La cortesía, ya se sabe, tampoco es el fuerte del inquilino de Los Pinos.

En realidad, la visita de Felipe Calderón nos volverá a mostrar a un titular del Ejecutivo federal aislado, lejano a la gente, poco dispuesto al contacto con el pueblo que gusta de acercarse a las figuras públicas. Tepeaca es desde ayer un punto de la geografía nacional inmerso en un estado de sitio, sin haber sido decretado.

El Estado Mayor Presidencial, el Ejército Mexicano y la Policía Federal han hecho suya esa ciudad. Como si los apacibles habitantes de ese centro poblacional se pudieran comparar con los peligrosos delincuentes del norte de la República.

Ese será el tema central de la gira del presidente Calderón, como lo ha sido desde que inicio el periodo sexenal: la seguridad del mandatario por sobre el de la población. Es un Jefe de Estado y contra esa argumentación no hay quien pueda.

Sin embargo es válido repetir que desde que inicio e periodo gubernamental con su llamada “guerra” contra el narcotráfico, el discurso presidencial se ha convertido en una suerte de tono monocorde, sin variación alguna que repite la misma nota: la seguridad de los mexicanos por sobre cualquier interés criminal.

Crece el escepticismos respecto de un mandatario que no hace sino recordarnos que la “guerra” contra el narco da frutos, que el camino correcto es que emprendido y que en la práctica, ha llenado de sangre y de desazón a los habitantes de amplios territorios del país.

La eficacia de las fuerzas federales solo está demostrada a la hora de cuidar al Presidente de la República, a sus funcionarios de primer nivel. No es entendible que después de haber puesto en marcha el programa “Todos somos Chihuahua”, la muerte sorprenda a jóvenes indefensos.

Guerrero, Sinaloa, Michoacán y Tamaulipas son escenario de conflagración.  Hace poco, una jovencita de apenas 15 años de edad, habitante de Reynosa narraba al reportero su intención de salir al cine con otras niñas de su edad. Práctica habitual en una sociedad normal.

El temor sobrevino y la advertencia surgió. “Se aprende a vivir así, tomando  ciertas precauciones”, dijo con resignación.

No es ese el mejor consuelo para los padres de hijos que crecen en medio de la violencia absurda y la prepotencia de los varones de la narco y la obsesión de un Presidente por ganar la legitimidad que en las urnas no pudo alcanzar.

De todo ese contexto estará impregnada la gira presidencial. No hay más. La sangre corre por las alcantarillas subterráneas de las calles de ciudades en donde domina el hampa y que habrá que reclamar al aislado presidente que asedio Tepeaca.

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