Fernando Maldonado
Es probable que el procurador de Justicia de Puebla, Rodolfo Igor Archundia ya no tenga noticias del desprestigio que arrastra la dependencia que le tocó manejar en el último tramo de la administración estatal, inmerso como está en el curso al que asiste en las paradisiacas playas de Honolulú.
Ya desde los preparativos del viaje que se mantuvo en secreto, se sabía del revés que enfrentó el ministerio público responsable de conocer el proceso judicial en el que se incriminó al francés, Giles Francis Moreaux del probable delito de secuestro e intento de cohecho. Finalmente el acusado obtuvo un amparo federal que lo puso en la calle.
No es la única complicación a la que se enfrenta el viajero responsable de la conducción de un área estratégica para dotar de equilibrios al gobierno en turno. Sobre la mesa de un estudiante de derecho descansa el borrador de una tesis sobre los sistemas que miden la confianza de los servidores públicos vinculados a tareas policiacas, del que extraigo de memoria algunos datos duros. Inquietan.
El prolijo estudio revela que en 2008, cuando ya para la certificación de mandos y personal de las procuradurías de justicia era indispensable someter a pruebas de confianza a todo el personal, el del aparato especializado en combate al secuestro de Puebla fue reprobado.
Según el estudio, de 48 elementos del grupo especializado, apenas siete habrían aprobado el test que implica someterse a pruebas de polígrafo, toxicológicos y un muy bien elaborado cuestionario en el que se llega a valorar hasta los dogmas de los involucrados.
Es decir: unos 40 elementos el grupo especializado en rescate de la Procuraduría General de Justicia no son de fiar. No están en condiciones de ofrecer un servicio profesional y más aún, es altamente probable que estén relacionados con la práctica que combaten.
Así que para cuando la semana pasada la diputada federal del Partido Acción Nacional (PAN), Augusta Valentina Díaz de Rivera alzó la voz para reproducir el resultado de un estudio de la Cámara de Diputados que revela el crecimiento de ese delito en territorio poblano, algo de verosimilitud habrá que concederle.
Y visto en perspectiva, también habrá que apuntar que es solo una muestra de la enorme complejidad con la que se va a encontrar un gobernador electo que levantó una enorme expectativa.
Del procurador de justicia ya ni referirlo, se nos vaya a distraer de la concentración intelectual, como debe estar en el destino ideal para revalorar su larga trayectoria en el sistema de impartición de justicia: Hawaii, hasta donde viajó el domingo por la tarde.
En el sótano…
A Pilar Bernal la conocí siempre afanosa en la mesa de asignación de TV Azteca Puebla. Prudente siempre y generosa en un oficio en el que es práctica común el canibalismo.
Fue una reportera inteligente, profesional, sin grandilocuencias ni gestos megalómanos. Hizo siempre lo que tenía que hacer, cumplía con su trabajo y se marchaba. El viernes cumplió su última asignación y se marchó no sin antes dejarnos una lección: que la generosidad también es dable en estos días y el ejemplo de ello fue la pluralidad de personas que asistieron a decirle hasta luego, este sábado.
Este reportero y su familia lamentamos profundamente la partida de tan extraordinario ser humano. A mi amigo, Alvaro Ramírez le extiendo mi cariño, y también mi dolor que no es comparable al suyo, por la partida de su compañera, que nos duele a todos. En paz descanse Pily Bernal.
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