Fernando Maldonado
La caja de cristal en la que nos encontramos inmersos supone riesgos no solo para personajes públicos, sino también para quienes desde la simple condición ciudadana padecen todos los días ultraje en su intimidad, o suplantación de identidad.
Conviene resaltar dos ejemplos Corren de manera paralela, con efectos contrarios uno de otro. Es el de Fernando Manzanilla Prieto, encargado de la Comisión de Transición del gobierno electo, que ayer fue objeto de un acto criminal y condenable desde la popular red social Facebook.
Suerte que el objeto de la diatriba instrumentada desde el anonimato tuvo la capacidad de maniobra, los recursos legales necesarios y la posibilidad de entablar comunicación con Adam Conner, que de acuerdo con el comunicado de prensa del equipo de Rafael Moreno Valle, es el responsable de “asuntos de Privacidad y Políticas Públicas Globales” de la empresa.
El efecto fue inmediato. A las 19:00 horas fue bajado de Facebook el libelo cibernético que atentaba contra la integridad del prominente colaborador del gobernador electo.
Otra suerte ha corrido el ciudadano que no posee los mismos recursos. Indefenso, suele padecer las vicisitudes de depredadores sexuales, extorsionadores, secuestradores o vouyeristas que encuentran cauce a sus actividades criminales desde la clandestinidad que permite el uso de las nuevas tecnologías.
No es el caso de los regidores del PRI y del PAN, que la víspera nos demostraron la pobreza intelectual y moral pública. Desde sus respectivas cuentas en Facebook dijeron al mundo cuan orgullosos estaban de haber sido enviados con gastos pagados a un viaje del que se había dicho, serían capacitados para resolver los problemas de la ciudad.
Ellos no fueron objeto de una mano criminal que haya colocado las fotografías y los garabatos sin coherencia literarios en los muros de Emmanuel Pavón (PRI) y Miguel Dessavre (PAN). Ellos mismos se hicieron la maldad.
La caja de cristal en la estamos metidos todos, supone recorrer caminos ignotos. Pueden poner en riesgo virtudes públicas. La vida privada también está sujeta al escrutinio y la tentación de quienes merodean al amparo de la criminalidad.
Pero también ayuda esta caja de cristal a dilucidar voluntades políticas antes inconfesables que merecen escarnio, burla y desdén.
Pavón y Dessavre son de este tipo de gente: oportunista, gandalla, abusiva. Sin embargo tan torpe y miope que aún sin descender aún del avión esta noche, procedente de París, no advierten que sus carreras políticas estén acabadas.
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