El vecino incómodo

Fernando Maldonado

La detención de Sergio Villarreal alias El Grande ayer en Puebla, sucedió a unos metros de los domicilios particulares de dos hombres notables de la clase política poblana: el gobernador electo, Rafael Moreno Valle y el senador de la República, Melquiades Morales.

No quiere decir que alguno de los dos debiera saber quién era el nuevo vecino que llegó a vivir al fraccionamiento de al lado. No es potestad investigar sobre la procedencia o licitud de los bienes de los nuevos habitantes del vecindario. 

Pero la captura de El Grande en las cercanías, en la capital del estado no hace sino demostrar que los mecanismos de seguridad y candados ideados para frenar a criminales importantes son insuficientes e ineficaces.

Quien rentó o vendió la casa ubicada en Mercaderes No. 6 del fraccionamiento Puerta de Hierro no supo que la propiedad sería habitada por un narcotraficante con mando en la estructura criminal de los hermanos Beltrán Leyva, y por el que ofrecían 30 millones de pesos.  

Pretender conceder elementos de verosimilitud a la versión de que el estado de Puebla está al margen de lo que sucede en Michoacán, Guerrero, Tamaulipas o Sinaloa es ocioso, e ingenuo. 

Y también resulta evidente que la captura de El Grande sucede en momentos en que Presidencia de la República necesita más que nunca elementos de disociación en el contexto de la celebración del Bicentenario de la Independencia, y el Centenario de la Revolución.

La legitimidad que se ha ido tras la pérdida de miles de vidas, la difusión casi masiva de las imágenes de gente desmembrada, los narcomensajes y la colusión de autoridades responsables de garantizar la seguridad, o de procurar justicia parece formar parte de la “oportunidad” con que han sido detenidos los peligrosos jefes del hampa.

Vivan los héroes que nos dieron legitimidad y margen de maniobra¡; viva el secretario de Seguridad, Genaro García Luna¡; viva el secretario de Marina, almirante Francisco Saynez¡; y viva Edgar Valdés Villarreal “La barbie” por haber entregado a Sergio Villarreal “El Grande”, el silencioso habitante de Puerta de Hierro y vecino del próximo gobernador¡, podría ser parte del ánimo festivo de los oficiosos defensores de la política anticriminal de Felipe Calderón.

Es la secuela de una cruenta batalla que el gobierno federal libra desde el inicio del sexenio, tras el infortunio de un sospechoso triunfo ante Andrés Manuel López Obrador. De ahí el inmovilismo de autoridades locales.

Ya perdió la batalla en la agenda mediática, el de la opinión pública. Incluso a contrapunto de la opinión de historiadores tan notables como la de Héctor Aguilar Camín que hace ocho días escribió en las páginas de Milenio “no nos gustan los logros. Nos gustan los errores”, al cuestionar el papel de los medios, espejo de la sociedad y sus deformaciones.

Por el bien de todos, que no se pierda la batalla de verdad, la que está en las calles. Con la delincuencia real, la de cuello blanco y la de gente como los Villarreal, entre ellos el vecino incómodo de Moreno Valle y de Melquiades Morales. 

En el sótano…
El viernes de la semana pasada escribí en esta columna que había sido falso que el ayuntamiento de Blanca Alcalá hubiera entregado cheques por 90 mil pesos a los regidores que tuvieran intenciones de viajar a París, Francia a un seminario de nombre impronunciable.

Al mismo tiempo, Arturo Luna publicó en su columna Garganta Profunda un documento cancelado y devuelto a la Tesorería municipal, expedido a nombre del regidor Enrique Chávez Estudillo.

Contundente, la verdad se impuso. Luna ofreció un documento que revela una componenda del poder, que abarca a los regidores que se embolsaron esos 94 mil pesos, a la presidenta municipal que consciente ese tipo de prácticas y que poco ayudan en el ejercicio de gobierno y a mi fuente, que erró al negar lo obvio, o que prefirió mentir para cuidar a quien sirve.

Ofrezco por ello una disculpa por ofrecer datos imprecisos, de manera involuntaria.

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