Fernando Maldonado
El senador Humberto Aguilar Coronado ha estado en el escenario poblano, sin estar.
La estancia virtual del ex coordinador de la campaña del gobernador electo, Rafael Moreno Valle se debe a la mala prensa que lo acompaña, que lo persigue o que lo estigmatiza.
Involuntariamente ha sido investido como el orquestador de campañas de presión política en contra del presidente electo de Puebla, Eduardo Rivera Pérez a partir de un comportamiento de personas cercanas al afamado “tigre” Aguilar Coronado.
Sorprende que un hombre que hace política en el plano nacional, con una larga trayectoria en la vida pública haya cometido el más grande de los pecados entre los hombres de poder: la ingenuidad.
Suponer que un perfil discreto le permitiría andar un aterciopelado camino tras el proceso electoral que le resultó a él y a los suyos como el más exitoso en la historia del panismo en Puebla es un contrasentido.
No está ya en disputa la migaja después del descalabro, como sucedió en periodos análogos anteriores y repetibles. El triunfo suele despertar ambiciones superlativas por ensanchar márgenes de maniobra, afanes de poder. Es el sino de los ganadores. Los efluvios del triunfo marean al menos equilibrado.
Es esa la circunstancia que enfrenta el ex subsecretario de Gobernación: el pago de una factura que comienza a ser costosa por la falta de actuación oportuna ante el comportamiento de personas que él mismo palomeó para formar parte de la planilla de el alcalde electo, como es el caso de Carlos Ibáñez Alcocer, regidor propietario.
Es el hombre que ha desatado una campaña en columnas políticas que ya presagian tormenta en la relación entre Humberto Aguilar Coronado y Eduardo Rivera Pérez, dos militantes panistas que habían enviado una señal positiva en marzo cuando en Los Manteles de La Noria consensuaron la planilla del segundo.
Trabajo arduo le espera al senador Aguilar Coronado para recomponer los lazos de comunicación con correligionarios suyos y en los equipos de trabajo del alcalde electo y del gobernador electo, por el comportamiento irresponsable de quien él mismo envió a los equipos que serán gobierno.
En el sótano…
El estreno como articulista de Guillermo Deloya Cobián fue entendido en algunos círculos priistas como una ruptura con el grupo dominante en el priismo, sobre todo por dos pasajes del texto titulado “En Puebla empieza la Revolución” que cito textual: “.. habrá que plantear los problemas prioritarios antes que volver este episodio de sucesión en una lucha de vanidades sin sentido”.
La presidenta municipal Blanca Alcalá consiguió voltear la mirada de actores nacionales desde que hace tiempo que comenzó su pasarela por círculos capitalinos. La anfitrionía del fin de semana pasado refrenda esa condición que debe en buena medida a su inteligencia y a un estupendo promotor: Emilio Trinidad, su director de Comunicación Social.
La exigencia en twitter por que el presidente Felipe Calderón renuncie al cargo que protestó hace cuatro años coincide con la andana que inició esta semana el PRI nacional, como parte del pago de facturas tras la alianza del PAN con el PRD.
Una versión de circulación restringida en la Policía Federal de diciembre del año pasado aseguraba que Edgar Valdés Villarreal “La Barbie” fue quien entregó a Arturo Beltrán Leyva después de su estancia en Puebla, acribillado en su departamento de lujo en Cuernavaca, Morelos.