Fernando Maldonado
Si antes fue capaz de concitar apoyo, solidaridad y simpatía de amplios círculos políticos, hoy está más solo que nunca. Si en el pasado reciente fue favorito para levantarse con el triunfo, hoy carga el sino de los derrotados: el abandono.
A Javier López Zavala nadie le acompaña. Es la única voz que dice tener un capital político que lo acredita para aspirar a la dirigencia de un PRI alicaído. Ya no hay voces, sectores o fuerzas vivas que se sumen. Los desplegados, inexistentes, las muestras de adhesión, ausentes no se escuchan ya.
Los más diversos liderazgos en ese partido han dicho en distintos tonos que no aceptarán un proceso de renovación simulado. Enrique Doger, Miguel Quiroz Corte, Carlos Meza y Víctor Díaz Palacios forman aduana sobre la que tendrá que cruzar el proceso, para validarlo.
No solo ellos, los otros: los propios ponen distancia. Eficaces operadores del zavalismo dicen en corto no estar dispuestos a entrar en una nueva etapa de confrontación para alcanzar el máximo cargo en el edificio de la Diagonal Defensores de la República, el tótem llamado PRI.
Regatean en bajito ir a una cruzada para apoyar a quien antes consiguió la estafeta de candidato a gobernador en medio de un penoso episodio de competencia interna, que ahora se ve, fue maquillado con una buena dosis de demagogia, para esconder los enconos insepultos.
La convicción desbordada que deviene fervor no está más en el panorama de ninguno de ellos. No son aliados menores. Cuatro de los operadores químicamente puros. Zavalistas de tiempo completo, compañeros de mil batallas desde que se subieron a la embarcación del grupo gobernante.
El nuevo escenario ha diezmado el entusiasmo, o el modelo de operación está quebrado. Dio de sí.
Con matices cada uno de ellos ha decidido un discreto, pero pertinaz distanciamiento. La aventura, el nuevo proyecto político, lleno de desencuentros, parece más dificultoso que antes.
En el sótano…
Resulta curioso que nadie hasta ahora haya contribuido al debate que ayer mismo fue opacado por la posibilidad de legalización de las drogas, alentada en una reunión con el presidente Felipe Calderón: la mafia del SNTE.
Una familia que se mantuvo por sobre la adversidad fue la de Héctor Alonso Granados, diputado electo por el 4º. Distrito de Compromiso por Puebla y su Hijo Héctor Blas Alonso Chumacero, miembro del Frente Juvenil Revolucionario del PRI. Militantes de opciones antagónicas, se profesan el cariño que los une.
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