Fernando Maldonado
Los dirigentes de las secciones sindicales del SNTE en Puebla forman parte de los activos de la coalición Compromiso por Puebla que perdieron ganando.
Buscan recuperar la legitimidad que extraviaron en la desaforada y febril actividad política para llevar al triunfo de un abanderado al gobierno estatal que ni siquiera estaba en su ánimo.
El secretario general de la 51, Cirilo salas organiza un día una ceremonia fastuosa para la entrega de reconocimientos a trabajadores administrativos y al día siguiente su contraparte, Eric Lara parece responder con un evento aún más ostentoso.
Buscan desesperadamente un interlocutor, un micrófono o un reflector que los ponga en la parte más visible de una disputa inoportuna por anticipada: ser tomados en cuenta a la hora del reparto de cuotas de poder, al arribo del nuevo gobierno.
Durante las últimas semanas a Salas y a Lara desplegaron una movilización más allá de círculos educativos no vista ni en los tiempos más críticos de la vida sindical magisterial en la entidad.
Hoy que buscan sin pudor llamar la atención del poderoso, deben saber que el esfuerzo es infructuoso. Y que el activismo desplegado está fuera de toda proporción y que enseñan sin pena, la falta de preparación para la que fueron escogidos.
Ninguno de los dos son candidatos a ocupar la Secretaría de Educación Pública. La jefa de ambos, la poderosa Elba Esther Gordillo Morales ha dado signos evidentes de imponer responsables de esa cartera en estados gobernados por políticos afines a la chiapaneca, ajenos a los intereses locales.
Mujer dotada para la trama política, la dirigente vitalicia del SNTE también ha dado cátedra en la materia.
Es por ello que se puede entender que detrás de la designación de los secretarios de educación en ámbitos estatales doña perpetua nunca ha señalado con su dedo redentor a un activo local. La lógica que aplica es la de preservar la paz en donde operan secciones sindicales análogas.
Dos ejemplos que son ilustrativos: En Guerrero destaca como titular de la SEG (así se le denomina en ese estado del Pacífico) el defeño José Luís González de la Vega, estrechamente vinculado con la “maestra”; en Tlaxcala, con el “elbista” Miguel Angel Osorio Chong, oriundo de Hidalgo.
Demuestra Elba Esther que por naturaleza propia enviará a un alfil ajeno a las pasiones de la aldea local. Buscará sobre todo evitar cualquier gesto que desestabilice la vida sindical que rige la vida de más de 70 mil trabajadores de la educación. En este contexto, Eric Lara y Cirilo Salas vuelven a poner de relieve su ingenuidad, propia del perfil que los viste.
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