Fernando Maldonado
La suspicacia toma ya carta de naturalización en el escenario poblano. Lo mismo en mesas de café que en corrillos políticos. Lo mismo en reuniones de amigos y familias de las más exclusivas zonas residenciales que entre quienes frecuentan el centro histórico. Lo mismo da.
Ronda en el imaginario si la alternancia en Puebla para el próximo año permitirá mantener al estado en el clima de relativa paz social; si el estado se mantendrá ajeno al interés de los varones de la droga, el secuestro y la extorsión, como hasta ahora ha sucedido. La pregunta carece aún de una respuesta pertinente.
Una voz del aparato estatal habitualmente bien informada desliza la versión que confirma la especie: fuera el PRI de la toma de decisiones, no hay ya andamiaje que soporte los acuerdos entre el grupo gobernante y el hampa para mantener a los criminales de gran calado fuera de la zona limítrofe de Puebla.
Durante los últimos tres años en que las autoridades federales han emprendido la más cruenta batalla contra el narcotráfico y sus diversas ramificaciones criminales, el gobierno del presidente Felipe Calderón ha tenido que cargar con el más desgastante periodo gubernamental, a grado tal que organizaciones como la Fundación para la Paz consideran la gestión más cerca de un “estado fallido”.
El discurso crítico de especialistas en defensa de derechos humanos que ha alimentado la larva de la crítica de grupos de poder para sacar raja política en el país, ponderan con relativa facilidad la pérdida de 24 mil vidas, saldo conservador de la guerra del Estado Mexicano contra los sindicatos criminales.
No hay un atisbo de variación en la política de combate a los criminales en el gobierno de la República y todo indica que así será hasta el final del sexenio. Sobre esa lógica descansa la temerosa sospecha: la administración que encabezara el gobernador electo, Rafael Moreno Valle seguirá la línea impuesta por el mandatario de la nación.
La respuesta es aún improbable y no se conocerá sino hasta que sea conocido el criterio en al Plan Estatal de Desarrollo y el engranaje gubernamental y sus nuevos actores comiencen a tomar decisiones en materia de seguridad pública. Hasta entonces, la única certeza que puede ser sostenida es la del asomo del dato ignoto: sí hubo acuerdo para que la plaza poblana permaneciera fuera del alcance del crimen.
En el sótano…
El presidente de la Asociación Poblana de Box, Juan Pablo Mirón tiene las relaciones de las que pocos poblanos pueden presumir.
En la primera imagen aparece junto al laureado boxeador Oscar de la Hoya; en la segunda, con un aficionado al pugilismo, el teacher Joaquín López-Dóriga.