Fernando Maldonado
No solo Acción Nacional tiene que dolerse de una derrota en las urnas en la Península de Yucatán, como sucederá en Veracruz y Puebla, en donde compite con candidatos de dudosa ideología y sin solidez con ostensibles afanes por alcanzar el poder para ponerlo al servicio de Elba Esther Gordillo.
Tiene que lamentar la desaparición Diego Fernández de Ceballos, un ex candidato presidencial que después de haber obtenido un contundente triunfo en un debate frente a Cuahutémoc Cárdenas, del PRD; y de Ernesto Zedillo, del PRI pareció echarse a la hamaca para dejar el paso libre al priista en la carrera del lejano 2004.
En lo que parecía un guiño con la apertura política del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, al salir de una convención nacional de productores ganaderos celebrada en el World Trade Center en Boca del Río, Veracruz, tiró línea sin tirarla.
“Habrá debate” dijo el mandatario siempre urgido de legitimación tras la elección de 1988, en la que el propio Fernández de Ceballos le facilitó el camino al votar como coordinador de la fracción panista en San Lázaro la quema de las boletas electorales, resguardadas en los sótanos la Cámara de Diputados.
Los grupos cupulares, legales y extralegales en este país se llaman a alarma por la desaparición de un hombre que con su conducta como político, ex candidato presidencial, diputado federal, senador y litigante contribuyó en forma desmedida a edificar el país que hoy tenemos.
Es socio –nadie aún lo ha declarado muerto-, del bufete del ex procurador general de la República, Antonio Lozano Gracia, el de la tristemente célebre “Paca” que dijo haber encontrado en la finca El Encanto la osamenta del ex diputado Tamaulipeco Manuel Muñoz Rocha, a este sí, desaparecido por su presunta participación en el ajusticiamiento del secretario general del PRI, Francisco Ruiz Massieu.
Manuel Muños Rocha no apareció más en la escena y nadie sabe en donde quedó su paradero, como ahora nadie sabe en donde buscar el del “jefe Diego”.
Lo que sí se sabe es que el coordinador de la campaña del candidato al gobierno tamaulipeco por el PRI, Rodolfo Torre Cantú, es Manuel Muñoz Cano hijo de Muños Rocha y quien como secretario de Desarrollo Social en aquél estado del norte, trabó amistad con el abanderado priista en Puebla, Javier López Zavala.
En la tierra tamaulipeca es por cierto en donde cayó abatido por armas de fuego el primer candidato a un puesto de elección popular, en la persona de José Mario Guajardo Varela. Iba a ser registrado como candidato del PAN a la alcaldía de Valle Hermoso, un sitio que antes ya había sido refugio de sicarios.
El duelo por el panista debe doler a todos los mexicanos por que a diferencia del criterio del jefe real del panismo en el país, que se llama a indignación por la determinación de estado fallido en México, hay amplias parcelas bajo el dominio de la prepotencia y la majadería de los barones de la droga.
Pero además duele porque deja en la orfandad un proyecto. Y en lo personal a gente que este reportero lleva en sus afectos.