Fernando Maldonado
Las aspiraciones de Mario Montero Serrano a la candidatura del PRI a la presidencia municipal de Puebla, el margen de maniobra que ostenta por su militancia, así como su condición de ex dirigente partidista y el posicionamiento alcanzado como producto de su exposición a medios por su cargo en el gabinete lo han hecho un blanco fácil en la interna priista.
Una versión que ha cobrado mayor relevancia es la que apunta a que el funcionario habría buscado a la presidenta del CEN del PRI, Beatriz Paredes Rangel para hacerle una propuesta que inquieta: la fórmula por Puebla con Blanca Alcalá al gobierno del estado y su propia persona para la presidencia municipal.
La especie no será fácil de confirmar, pero tampoco es gratuita. Los distintos frentes que ha abierto como actor de primera línea en el equipo de trabajo en la administración estatal hizo más ancha la distancia y los desencuentros con otros miembros de la burbuja, paradójicamente también metidos en la puja por la sucesión en la alcaldía capitalina.
Dos de ellos son Valentín Meneses Rojas y Javier García Ramírez, secretario de Comunicaciones el primero; y el segundo, responsable de Desarrollo Urbano y Obra Pública. El primero de ellos, compadre de grado y uno de los más feroces críticos de la conducta del inquilino en Gobernación.
La gota que llevó a su máximo nivel el límite fue la publicación ayer del resultado de un estudio de medición de opinión del despacho Indicadores S.C. del académico Elías Aguilar, que ubica al secretario de Gobernación como el puntero inalcanzable en la interna.
Fiel a su estilo, poco reflexivo y carente de tacto para asuntos que tienen que ver con la política-política, el secretario de Comunicaciones recurrió al expediente fácil de la descalificación.
Y si su estilo personal de percibir su bajo posicionamiento entre la ciudadanía lo descalifica en automático, también lo hace ver como un actor de la contienda de memoria efímera, y en consecuencia, poco confiable.
Para nadie es un secreto que en su etapa como dirigente partidista confió la medición de popularidad de los competidores a alcaldes y legisladores en la cifras que mes con mes y semana tras semana le ofrecía el despacho de medición del que ahora descree.
La historia reciente nos muestra que el titular de SCT no solo ha tenido una conducta política errática, sino ajena a una realidad y una circunstancia que solo él es incapaz de advertir: Hace tres meses cuando ya había iniciado la efervescencia por la sucesión en la presidencia municipal, fue capaz de abrirle la puerta a una negociación hasta entonces inexistente, con los concesionarios de transporte público para un incremento al costo del pasaje.
La bomba detonó y los saldos no solo arrojaron como resultado a un titular del área con la imagen resquebrajada hacía afuera del equipo de gobierno, sino hacía adentro del íntimo círculo que detenta el control del aparato gubernamental.
Después de hacer una evaluación de los riesgos provocados por la incontinencia verbal del funcionario, tuvo que venir la orden desde el despacho del titular del Ejecutivo para echar agua fría al tema. Pero estaba claro que Meneses Rojas había hecho otra de las suyas, ya conocidas en la intimidad gubernamental.
En el sótano…
¿Quién es el funcionario de la administración de Blanca Alcalá se entregó de manera impúdica a los encantos de la alcoholemia en un restaurante de la zona esmeralda, se negó a pagar la cuenta y hasta el botón de pánico tuvo que ser utilizado? Todo en un día hábil.
Una pista: en los últimos meses se le ha visto como el patito feo de la gestión municipal no solo por sus pretensiones para suceder a su jefa, sino por la proclividad a inmiscuirse en áreas que no son de su competencia. Salud¡