Tiempos violentos

Fernando Maldonado

La inseguridad que se vive en los estados del Golfo de México y de norte de la República ha generado un clima de opinión adverso que mucho abona a la incertidumbre entre la población del resto del país a la que Puebla no escapa, desde luego.

El viernes de la semana pasada cuando tres sujetos ingresaron a un domicilio particular en el fraccionamiento Rancho Colorado para atentar contra la vida de una mujer que en vida llevó el nombre de Verónica Castelán Couto, las líneas de investigación siguieron la ruta de una venganza familiar, o pasional.

La crueldad con la que esta fémina encontró la muerte –quemada viva sobre el colchón de su cama-, descartó en automático la versión de un robo, que mas tarde fue confirmado por que los agresores no sustrajeron absolutamente ninguno de los bienes de ese domicilio, en donde habitan propietarios de bodegas en la populosa central de abasto.

En este contexto, una versión comienza a cobrar vigor en la zona en la que la familia de Verónica Castelán  Couto vio crecer su patrimonio.

Según algunos de los propietarios de bodegas en la misma zona y vecinos de la difunta, la víctima mortal de este atentado habría sido inmolada por una factura con el grupo criminal conocido como zetas, ex brazo armado del cártel del Golfo.

Según estos mismos testimonios la víctima habría recibido previamente  advertencias que indicaban que se les debía pagar una “renta” por la protección que este grupo delictivo se supone ofrece como parte de sus “servicios”, un disfraz detrás del cual se esconde la extorsión.

Será difícil confirmar esta versión porque en los últimos meses, ninguno de los cuerpos de ejecutados aparecidos en el territorio ha sido esclarecido. No quiere decir que sea una regla, pero la excepción no se conoce aún.

Lo cierto es que desde que el crimen de Castelán Couto se difundió, el miedo ha cundido en la zona de bodegas de ese centro de abasto.

Las versiones de que existen más amenazas de parte de los zetas, y que éstas vienen cargadas de mensajes aún más crueles que el episodio que cobró la vida de la infortunada mujer, va en aumento.

Esta nueva circunstancia podría generar un espiral de miedo entre los sectores productivos de Puebla, si no es pronto desmentido por quien deba hacerlo. Dejar al descuido o al olvido un episodio tan delicado en la vida pública de Puebla acrecienta el temor y fortalece los nuevos mitos, que al fin y al cabo, forman parte del imaginario ante la torpeza del gobierno federal y su errática estrategia de combate al narcotráfico.

En el sótano…

Una quiniela que valdría la pena comenzar a plantear es quien del PRI y del PAN conseguirá primero meter a la cárcel al presidente municipal de Atlixco, Eleazar Pérez Sánchez.

Su instituto político ya dijo que pedirá  al Congreso realice una revisión a la gestión del alcalde por un presumible mal manejo de los recursos públicos; en Acción Nacional ya anticiparon que recurrirán a la Fepade para que haga lo propio. Hagan sus apuestas.

El síndico municipal, Román Lazcano estrena cargo. El presidente de la Federación Nacional de Municipios de México (Fenam), y alcalde de Ecatepec, Estado de México, Eruviel Avila Villegas lo designó enlace con síndicos municipales priistas a nivel nacional.

Peña Nieto

La nueva responsabilidad se produce a la luz de la sana relación de la presidenta municipal, Blanca Alcalá  mantiene con el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, jefe político del alcalde Avila Villegas que distinguió así parte de los acuerdos con la poblana.