Fernando Maldonado
El resultado de la elección en Guerrero abre escenarios inéditos para los observadores de la cosa pública. El primero y más apremiante: El Partido Nueva Alianza de Elba Esther Gordillo no es invencible. Aliado del PRI, deja saldos negativos para un priismo presuntamente renovado.
Distante del corazón de Puebla, hay saldos inocultables que merecen ser vistos en su justa dimensión. Un grupo de actores políticos de Puebla hicieron campaña al lado del priista Manuel Añorve Baños, un ex empleado del perredista Angel Aguirre Rivero que se impuso en la justa de este domingo.
Uno de ellos es el ex candidato al gobierno del estado, Javier López Zavala a quien sus detractores dirán que acumula más derrotas que otros candidatos a distintos puestos de elección.
Perdió ante la coalición Compromiso por Puebla en julio del año pasado; antes había sido derrotado en su intento por convertirse en abanderado a la presidencia municipal de Puebla, cargo por el compitió y ganó Blanca Alcalá Ruiz.
Tampoco pudo hacerse de una diputación plurinominal cuando el priismo consiguió carro completo y su intención por convertirse en dirigente estatal del PRI tras el tropiezo electoral después del 4 de julio del año anterior. Como secretario adjunto del PRI nacional y delegado especial del CEN en Guerrero, otra vez el infortunio.
Sin embargo no es el único poblano que pierde junto al priista Añorve en ese estado lastimado por el crimen organizado. Un furibundo “marinofóbico” sufre el sabor de la derrota. Se trata de Ernesto Echeguren Barroeta, hombre carcanísimo al ex alcalde del puerto de Acapulco.
Hace unos días, en ocasión del advenimiento del año nuevo el cercano al senador Melquiades Morales había expresado confianza por el triunfo de su correligionario en Guerrero.
La ausencia de triunfo une hoy a dos poblanos antagónicos en la elección poblana: López Zavala y Echeguren Barroeta. Una lección que enseña con desmesura que en la política sí hay cabida para la casualidad.
Twitter: @fmaldonado15