Fernando Maldonado
Del anonimato, Doña Estela Anzaldúa saltó la esfera mediática. Decidió cruzar sus labios con hilo y aguja como una forma de ejercer presión para que uno de sus hijos, procesado por el delito de fraude fiscal saliera en libertad tras dos años de estadía en la cárcel de San Miguel.
No solo es una tarea impensable, sino además imposible. El fisco no se ha distinguido por ser una instancia de asistencia precisamente. La frase que nos legó hace un ex secretario de Hacienda como Pedro Aspe Armella frente a la pobreza que ofende al país ilustra: son mitos geniales.
Es difícil saber si la señora Anzaldúa tenía información del talante de quienes despachan en el sector hacendario. Como también resultaría improbable saber si en posesión de esa información hubiera iniciado un episodio como el vivido apenas este miércoles.
En todo caso, se debe saber que quienes asesoraron a la mujer cuya edad anda en los 80 años, son dos militantes de la más radical expresión de la izquierda en el estado. Integrantes de las huestes “abajofirmantes” que suelen abanderar las más diversas causas.
Se trata de Samuel Malpica y María Eugenia Ochoa, ambos integrantes de las redes ciudadanas de apoyo a Andrés Manuel López Obrador. De demócratas en la izquierda a apologistas del desastre… y luego, mercaderes del sufrimiento ajeno.
En mala hora la señora Andalzúa calló en las manos de este par de “activistas” de la izquierda. No solo no quisieron actuar con responsabilidad y advertir a la indignada madre de familia de los riesgos que implicaba iniciar un acto de esta naturaleza.
Lejos de un consejo que develara frente a los ojos de la demandante la tarea imposible de echar abajo un proceso judicial cerrado, la utilizaron como carne de cañón. Sabíamos desde hace tiempo que no es la calidad moral la que viste a este par de trasnochados.
Lo que hoy nos enseñan es que son capaces de sacrificar a quien sea por obtener un poco de reflectores.
En el sótano…
El Congreso del Estado se ha convertido en la caja de resonancia de la nueva realidad política poblana. La mayoría de los observadores adelantan pronósticos de reserva tras los desencuentros inocultables del sábado anterior. Hoy habrá una agitada sesión legislativa que deberá ser observada con lupa.
Ayer por la tarde la Secretaría de Finanzas depositó un millón 234 mil pesos para el pago de la primera quincena de enero a los 122 trabajadores del Instituto Electoral del Estado. Sucedió cuatro días después del periodo legal. Sin embargo el IEE va a quedar en el ostracismo literalmente, sin dinero para gasolina, energía eléctrica y otros insumos vitales para su funcionamiento.
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