Fernando Maldonado
Con el menaje de casa que recién terminó Mario Marín Torres en Casa Puebla no solo culmina la estancia de un inquilino en el inmueble dispuesto en el cerro de Los Fuertes por el ex mandatario, querido y admirado por un amplio segmente de la clase política priista: Alfredo Toxqui.
Con la mudanza que la semana previa hizo el gobernador en turno, se va también un compacto grupo político que trabajó para ejercer el poder y que paradójicamente terminó por fragmentarlo, por decir lo menos.
Desde que el jefe de la para entonces llamada “burbuja marinista” comenzó a trazar la ruta que los llevara a detentar el poder, cuando arribaron a la presidencia municipal de Puebla hace casi una década, sus miembros se prepararon para llegar, más no para permanecer.
Juntos habían recorrido un larguísimo trecho en la vida pública del estado.
Abarca desde los ya lejanísimos tiempos en que despachaba en el palacio municipal de la capital de Puebla Gabriel Hinojosa Rivero, primer alcalde de extracción panista, en 1996.
Hace unas dos semanas, con motivo de las festividades de Navidad y de fin de año, el aún líder de un reducido grupo de marinistas los convidó a una cena, la última en Casa Puebla. Llegaron solo los convocados, con esposas e hijos.
No más de 40 rodearon a Mario Marín.
Hubo brindis, abrazos y palmadas. Por la noche buena, por el advenimiento de 2011, pero también por la oportunidad irrepetible de degustar las mieles del poder absoluto, aún y los imponderables: léase caso Lydia Cacho y el resultado de la elección del 4 de julio.
Una fuente cercana a la familia Marín Torres confió que la mudanza ha terminado. El inquilino pasa sus últimas noches en el inmueble conocido como Casa Puebla.
Solo pertenencias personales y utilitarias, dispuestas para la comodidad de la familia que la víspera recibió a su reducido grupo de comensales. Los mismos que han gravitado en torno al líder de la emblemática “burbuja marinista”, preparada para llegar, pero no para permanecer.
En el sótano…
Nuevos proyectos profesionales obligan al autor de esta columna a despedirse de la audiencia de Parabólica Radio, transmitida de lunes a viernes de 14:00 a 15:00 hrs., por la señal de la 10.10 AM.
Durante 14 meses el reportero gozó de la generosidad y deferencias de don Pepe, el señor padre del periodista deportivo, Pepe Hanan, en quien dejó encendida la llama del afecto y el agradecimiento por su hospitalidad, calidad humana y espíritu plural en el ejercicio periodístico.
A los colaboradores que semana a semana le dieron sentido al espacio radial, entre quienes están Fernando Cuéllar, del Centro de Derechos Humanos Joel Arriaga A.C.; Marcela Jiménez Avendaño, analista del poder y férrea crítica de su propio partido, el PRI; a la abogada Violeta Lagunas, y su autocrítica en el PAN; a don César Musalem y su sabiduría ancestral; así como al maestro Armando Valerdi y Rojas, en la economía, gracias.
Lo mismo para los periodistas y amigos entrañables, Alvaro Ramírez, conocedor profundo de la vida parlamentaria en este país; a Fabián Robles, experimentado reportero en Tlaxcala; lo mismo para Jorge Machuca, jefe de Información de Milenio Puebla; y, Samuel Rangel, comisionado presidente de la Comisión de Acceso a la Información Pública.
A quienes llegaron a escuchar el producto radiofónico, un profundo agradecimiento por su atención, y tolerancia. En prenda adelanto: Parabólica se va, pero no se apaga. Luego nos escuchamos.
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