Fernando Maldonado
La fuerza contestataria del grupo de estudiantes universitarios que por dos días han manifestado su inconformidad ante la entrada en vigor del incremento al precio del transporte público, contrasta con la parsimonia y decrepitud de los concesionarios de ese, que es servicio público.
Delfino Reyes Bocardo y Angel Sierra de la Rosa, son dos de los poseedores de placas de transporte que más forzaron la autorización al incremento del boleto. Entre uno y otro deben poseer un poco más de 300 unidades.
No hay día que no se lleven al bolsillo de cada uno, 100 mil pesos. Libres de polvo y paja.
En medio hay un actor siniestro. Se mueve en los rincones de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Dice militar en la izquierda. En realidad medra con las siglas de un país en vías de extensión en Puebla: el Partido de la Revolución Democrática.
Cualquier hemeroteca o buscador en internet ilustra con abundancia la trayectoria de Arturo “el sapo” Loyola. Incrustado como regidor en la planilla del alcalde electo, el panista Eduardo Rivera Pérez, ha sido casi de todo en los sótanos del sistema: Jefe de cuadrilla, golpeador, pandillero… y político.
Desde hace años es “coyote” al servicio de gente como Bocardo y Sierra, por citar solo dos de ellos. Ninguno de estos tres personajes encumbrados a su modo en el mismo sistema que los prohijó, pueden ser radicales. El pensamiento de la clase dominante no da para eso.
Como tampoco cuestiona el método reinante: las carretadas de dinero que llegan a la SCT. Son repartidas entre un grupo de gente que asumió de manera histórica que el servicio público reditúa.
Desde los supervisores de calle, hasta los titulares. Todos reciben el dinero que subrepticiamente les entregan los concesionarios. El que esté libre de pecado, que deje de pagar la renta impuesta desde la cúpula del poder.
Nada de lo anterior podrá ser observado. La tolvanera levantada por las “buenas conciencias” del conservadurismo político, moral y mediático lo impide.
Buscan la quema en la pira pública de los “rojillos”, “radicales” o “vándalos”. Tan miope como torpe el sentido del olfato ante el insepulto y corrompido sistema que apesta a totalitarismo, en tiempos de alternancia.
En el sótano…
Una imprecisión obliga a este reportero a corregir: Héctor Ortiz Ortiz se va del gobierno de Tlaxcala mañana sábado y no este viernes, como se dijo en la entrega anterior.
Lo hace a ocho días de haber cantado dos boleros en la XEHT Radio Huamantla, con don Raúl Romero, el sábado anterior. Extraviado en medio de su laberinto de déspota en el ocaso, prometió grabar 10 discos con su voz.
Un radioescucha tlaxcalteca compartió una reflexión llena de sarcasmo y agudeza. “Canta como gobernó: de la chingada”.