Algunas de las narrativas que han empezado a circular entre militantes, sectores de la academia y aspirantes a la coordinación estatal de organización de MORENA, reflejan rechazo y decepción, desconcierto y enojo, silbidos y mentadas, pues todos entienden que no era lo que se esperaba y que ahora va a ser muy difícil recuperar la credibilidad perdida, mantener la unidad interna y legitimar la decisión de Andrés Manuel López Obrador, el “Gran Elector”.
Ya este mismo martes Enrique Cárdenas, a punto del llanto, anunció que se sale de MORENA –donde realmente nunca estuvo- y que no apoyará al candidato a Casa Puebla que impuso López Obrador, el senador Luis Miguel Barbosa. Al poner fin a su breve, brevísima, carrera política, el ex rector de la UDLAP dijo algo que, bien analizado, es completamente cierto. MORENA perdió la oportunidad de acercarse a los ciudadanos, con un candidato de la sociedad civil, apuntó. Un candidato –y esto no lo dijo Cárdenas pero seguramente lo quiso decir- que atraiga a aquellos votantes que hoy ven con duda o abierto recelo al tabasqueño.
La imposición de Barbosa Huerta ha generado mucha incertidumbre, divisiones y reacciones negativas, mismas que sus dirigentes nacionales y locales deben procesar en lo inmediato para calmar las aguas en ese partido –que no es ni nunca será diferente al PRI, PAN o PRD-.
En su pronta visita a Puebla, la secretaria general de MORENA, Yeidckol Polevsky –la operadora, cómplice e intérprete de los designios de su jefe máximo-, tiene en sus manos la posibilidad de cerrar cuanto antes las heridas causadas por tal designación.
La inconformidad no sólo está en Enrique Cárdenas y su entorno.
Abelardo Cuéllar, abogado laboral que peleó hasta el final por la candidatura, se negó a salir en la fotografía oficial que se tomó el pasado lunes tras anunciarse la imposición de Luis Miguel Barbosa, a quien los “puros” de MORENA no bajan de arribista y poco fiable.
El tercer párrafo de esta carta de Abelardo Cuéllar, dirigida en agosto pasado a los integrantes del Consejo Estatal del partido, es un resumen perfecto de lo que los militantes de MORENA piensan respecto a la candidatura de Barbosa Huerta:
Hasta la pasada semana, los aspirantes y militantes de MORENA desconocían el proceso interno de las encuestas que supuestamente se hicieron, así como la metodología y el cronograma de las coordinaciones de organización en todos los niveles de participación.
En una misiva enviada por Saúl Papaqui Hernández, presidente del Consejo Estatal de Morena en Puebla, a la presidenta del Consejo Nacional de Morena, Bertha Elena Luján Uranga, y a la Comisión Nacional de Seguimiento de Elección de Coordinadores de Organización, se expone:
“Solicitamos saber si las propuestas no aprobadas en sesión de consejo, ya sea porque no tuvieron votación o fue una votación muy baja que les impidió entrar a las ternas por decisión del consejo estatal, podrán volver a ser consideradas para el proceso de encuestas”.
La respuesta fue el silencio.
En redes sociales la designación de Barbosa ha sido calificada como “un duro golpe” para la militancia de MORENA. De los reclamos de integrantes de organizaciones sociales destacaron las de defensores del derecho humano al agua, pues el senador Barbosa hace unas semanas se negó a firmar como anticonstitucional la práctica del fracking, método considerado como devastador para los territorios indígenas donde se asientan los denominados proyectos de muerte.
“Qué mal, si como parece es la antesala de la candidatura, MORENA pierde la posibilidad real de ganar la elección local”, resume un cibernauta.
También han expresado su irritación quienes apoyaron a Enrique Cárdenas, se creyeron el cuento de la democracia en MORENA y hoy lucen tan desencantados como deprimidos.
En contraste, otros, como el sobrino del senador Manuel Bartlett Díaz, el imberbe Rodrigo Abdala, han manifestado su apoyo a Barbosa Huerta, pero él por pura conveniencia: sabe que puede crecer aún más en el estado y que en su momento tendrá la posibilidad de dirigir el partido.
Por su parte, el marinista Alejandro Armenta Mier, fiel a sus propios hábitos y costumbres de su pasado priísta, también ha dicho que se disciplina con López Obrador y sumará sus fuerzas para el proyecto.
Su oportunidad y su habilidad ahora se concentrarán en lograr una candidatura al Senado de la República. Su fórmula, como casi siempre, es perder ganando.
Para otros miembros y fundadores históricos de MORENA, lo único que les quedará es seguir afiliando miembros y participar en las campañas que se avecinan.
Porque dentro de la narrativa de MORENA, sólo los más enterados saben que no hubo la famosa –y muy fantasmal- encuesta en la que supuestamente López Obrador apoyó su decisión.
La anunciada medición demoscópica sólo es un buen método de control político del dirigente de MORENA para contener las aspiraciones y ambiciones de sus propios miembros, pues al final sólo vale la palabra y el dedo de su candidato a la Presidencia de la República.
Para los que no conocen la vida de MORENA, pero especialmente las estrategias y las argucias de los asesores y el círculo cerrado de López Obrador, saber leer la “liturgia” de éste es fundamental para alcanzar posiciones y avanzar en la estructura burocrática y de poder del partido; una tarea no apta para principiantes como Enrique Cárdenas.
Por eso, AMLO esperó a conocer primero los métodos de elección interna del PAN, PRD y PRI, para entonces actuar y tomar decisiones.
Al mismo tiempo fue necesario ubicar los tiempos y las fechas del calendario electoral, para apaciguar a los que no fueron beneficiados con algún cargo y, de esta forma, evitar salidas o rupturas abruptas y registros como candidatos independientes.
López Obrador es pragmático y ha aprendido de todas sus candidaturas desde el 2006; hoy, la estrategia de MORENA es ganar la Presidencia de la República, esa es la prioridad.
Después, conseguir y garantizar el entramado legislativo para poder tener una buena mayoría simple o calificada, que sería lo ideal para garantizar la legitimidad de su gobierno y lograr así sacar adelante sus reformas y proyectos.
MORENA requiere de competir y ganar el mayor número de distritos electorales federales y también de senadores, puesto que ambas Cámaras son fundamentales para AMLO.
Los ocho gobiernos estatales que están en juego en 2018 –incluyendo Puebla- son importantes, pero no fundamentales, para un proyecto de esta envergadura política.
Quien piense que López Obrador está preocupado por ellos, comete un error de cálculo; sólo le interesa la Ciudad de México por obvias razones y por el número de distritos federales que tiene. Sin embargo, lo estratégico es competir en los 300 distritos electorales del país y concentrar fuerzas en todos aquellos en donde se pueda ganar.
Las elites de los partidos políticos saben que para aspirar al poder, se requiere de tener una mayoría en el parlamento.
De tal modo que si en Puebla se da un voto diferenciado en MORENA, en donde los candidatos a diputados federales y senadores tengan más votos que el candidato a la gubernatura, no importará, pues lo que vale será ganar la mayoría de los 16 distritos en disputa y las dos fórmulas al Senado.
Sólo un subrayado más: si la votación en alguno de los ocho estados en donde habrá competencia por la gubernatura, se da en forma lineal para todos los candidatos de MORENA, a López Obrador tampoco le parecerá mal.
De ahí que nadie se extrañe de la perversidad y habilidad de Barbosa Huerta, quien supo tejer sus relaciones a nivel nacional y ahora es el candidato (casi oficial) de MORENA en Puebla, a pesar de todas las duras críticas que sigue –y seguirá- recibiendo.
Servirá, y él lo sabe, para enfrentar al ex gobernador poblano Rafael Moreno Valle en su propio territorio y de esta forma evitar cualquier daño a la campaña de AMLO.
También ayudará a terminar de desfondar en Puebla al PRD, para socavar su presencia en el llamado Frente Ciudadano por México, y ahí tiene una pieza importante, que es la presidenta del sol azteca, Socorro Quezada, que es su fiel aliada y quien sigue sosteniendo de las finanzas del partido buena parte de la estructura operativa del propio Luis Miguel Barbosa y de su equipo.
Barbosa Huerta no sólo tiene un colmillo bien retorcido; cuenta con grandes aliados en el gobierno federal y con recursos económicos muy bastos, aunque en la guerra de lodo que se avecina, podría ser él quien más salga perdiendo.
La elección de 2018 será única, irrepetible y sensacional.
¿O alguien lo duda?