COMO EN 1985, EL SISMO DEL 19 DE SEPTIEMBRE DE 2017 SACÓ LO MEJOR PERO TAMBIÉN LO PEOR DE LOS POBLANOS

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Como en 1985 -¡vaya broma macabra en torno a la fecha trágica: 19 de septiembre!-, el fuerte y aterrador sismo de este martes sacó lo mejor y lo peor de la sociedad en el estado. La naturaleza humana es una y no se puede modificar, tanto para bien como para mal.

Luego de la sacudida de 7.1 grados, delincuentes aprovecharon la confusión y el miedo de los poblanos para cometer asaltos violentos. Aunque las autoridades trataron de controlar la situación –o de minimizarla, en algunos casos-, estos depredadores no se tentaron en corazón y exhibieron su vileza y crueldad en el peor momento posible.

Los primeros reportes tras el temblor indicaron que en la Vía Atlixcáyotl una serie de hombres de mediana edad eran los artífices de asaltar a conductores, esto por el embotellamiento que se generó por la afectación en la mayoría de los semáforos.

“Acabo de pasar por la Atlixcáyotl y sí es cierto que están asaltando a la gente, le acaban de romper el vidrio del coche a una compañera de la universidad de la BUAP. Son personas jóvenes y están amagando a la gente en los congestionamientos”, fue el mensaje que envió un estudiante de la facultad de Derecho de la máxima casa de estudios del estado.

En redes sociales se difundió profusamente que también se perpetraron asaltos a transeúntes, particularmente en zonas como la Avenida Juárez, el Bulevar 5 de Mayo y los alrededores del centro comercial Angelópolis, lo que ameritó la condena generalizada en Twitter o Facebook y otras plataformas de comunicación instantánea como Whatsapp, verdaderamente útiles a la hora de comunicar a las familias ante el colapso de las líneas telefónicas.

Por otra parte, un par de maleantes abordó una unidad de la Ruta 4 que se encontraba casi llena de pasajeros tras la suspensión de actividades por el movimiento telúrico, y los amagaron con armas de fuego.

Un acto abominable desde donde se le vea.

Según una adolescente, testigo de los hechos, los asaltantes –auténticos buitres carroñeros- golpearon a una señora que se opuso al asalto, y luego de despojar al resto de sus pertenencias, los dos hombres huyeron.

La testigo narró que algunos pasajeros descendieron de la unidad y fueron cobijados en una casa cercana para recuperar la tranquilidad.

La tarde-noche de este martes, durante la larga transmisión especial de Televisa Puebla –que se mantuvo al aire durante prácticamente todo el día reportando las incidencias por el temblor-, el gobernador del estado, Tony Gali, anunció el reforzamiento del patrullaje en diferentes puntos de la capital, ante las denuncias de atraco y la posibilidad de que durante la madrugada –la más oscura de los últimos tiempos en Puebla- se cometieran actos de pillaje.

Lo peor, pues, de la sociedad.

En contraste, en las calles se vio gente valiente que tomó la decisión de controlar el flujo vehicular, pues los semáforos, en varias arterias de la capital, dejaron de funcionar hasta cuatro horas después del sismo.

Asimismo, varias personas se acercaron a donar material médico y agua embotellada en los centros de acopio; además, usuarios en redes sociales se ofrecieron a contactar a familiares de personas que no se encontraban en el estado.

En el hospital San Alejandro del IMSS los vecinos abrieron las puertas de sus casas para dar cobijo a los muchos de los cerca de 400 pacientes que tuvieron que ser evacuados del dañado –y tal vez ya inservible- nosocomio.

Las escenas de solidaridad se multiplicaron afortunadamente por toda la ciudad de Puebla, especialmente en el Centro Histórico, donde voluntarios auxiliaron a los heridos y ayudaron en la evacuación de viviendas, edificios e iglesias. Muchos lloraron a las personas que lamentablemente perdieron la vida por la caída de bardas o muros, al descubrir que esos caídos pudimos ser cualquiera de nosotros o de nuestros seres queridos.

Sí, el sismo –que todos padecimos y sufrimos- sacó lo peor pero también lo mejor de los poblanos, esa alegría y ese terror de ser y de existir en medio de una de los peores crisis que hemos vivido y que de alguna forma despertó a la adormecida sociedad civil, esa entelequia que asoma de vez en vez asoma su cabeza, especialmente ante este tipo de desgracias causadas por la fuerza de la naturaleza.

Hoy, con sus 39 muertos –y contando- y sus múltiples e incuantificables daños materiales, Puebla duele, duele otra vez, como en 1985, como en 1999, y seguirá doliendo durante mucho, mucho tiempo.

gar_pro@hotmail.com

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