Que la decisión de mandar a Martha Erika Alonso de Moreno Valle como candidata a la secretaría general del PAN, en fórmula con Jesús Giles Carmona como presidente, se tomó de última hora en Casa Puebla y sorprendió incluso a varios de los morenovallistas más encumbrados.
Dos factores pesaron más que otros en el cambio de señal: por un lado, la confirmación de que no habría más contendientes a suceder a Rafael Micalco, quien desistió de buscar la reelección, y por el otro, la valoración final de que Genoveva Huerta, quien se perfilaba para la secretaría general –e incluso ya aparecía en la propaganda de campaña junto con Giles-, no daría el ancho como número 2 del partido, dadas sus responsabilidades como diputada federal e integrante del Comité Ejecutivo Nacional.
En los últimos dos meses, la presidenta honoraria del Sistema Estatal DIF –cargo del que se separó temporalmente- ya venía encargándose de todos los asuntos del grupo en el poder relacionados con el PAN, por disposición directa del gobernador; de hecho, fue ella la que se echó al hombro la operación electoral que derivó en el triunfo en Puebla de Ricardo Anaya, dirigente nacional del blanquiazul; en el bunker de Bodegas del Molino, ella giró instrucciones, movió recursos y verificó personalmente el desempeño de los capitanes distribuidos en las cabeceras distritales. La victoria de Anaya en la interna panista no se entendería sin la intervención de Martha Erika.
Ahora, aunque su puesto formal será el de secretaria general, Martha Erika Alonso va a mandar en el partido, pues es evidente que el joven –aunque con futuro- Jesús Giles tendrá que subordinarse a sus órdenes por simple lógica y coherencia. No creo que haya habido una secretaria (o secretario) general con más poder y margen de maniobra en la historia de Acción Nacional en el estado.
Es, además, la consumación de un largo proyecto morenovallista, el de apropiarse por completo del PAN, desplazando ahora sí totalmente a los grupos que primero le abrieron la puerta al actual gobernador y después terminaron distanciándose y rompiendo con él por múltiples razones.
El mensaje es claro: el PAN tiene nuevos administradores y qué mejor custodia de los intereses de Casa Puebla, que Martha Erika Alonso de Moreno Valle, ampliamente conocida en el estado.
Se viene el 2016 y con él, el reto electoral más importante para Rafael Moreno Valle y su grupo; de ahí que se requiere que el partido esté en buenas manos y a cargo de una persona dedicada de tiempo completo. Se juegan todo y van por todo, sin distracciones ni dilaciones.
Por otra parte, ¿la llegada de Martha Erika Alonso a la secretaría general del PAN significa que desde la cúspide se le sigue viendo como la mejor opción para la contienda gubernamental de 2018?
Probablemente sí, pero para que eso se dé, la nueva jefa del partido deberá primero entregar buenas cuentas en 2016 y coadyuvar fuertemente al triunfo de Tony Gali Fayad, que representará el triunfo del grupo morenovallista, su continuidad y la viabilidad del proyecto presidencial del mandatario poblano.
Un escenario distinto hará que se descarte por completo a Martha Erika Alonso como aspirante a la gubernatura de seis años y que entonces surjan o se fortalezcan otras opciones, incluso algunas que hoy no se ven pero que en poco tiempo podrían empezar a crecer y a dar la sorpresa.
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Que a la que hay que descartar por completo como aspirante la minigubernatura de Puebla, es a la dirigente estatal del PRI, Ana Isabel Allende Cano.
Y es que su atención está puesta en otras cosas, como garantizar su permanencia al frente del partido –lo que se da por hecho- y lograr que el presidente del CEN, Manlio Fabio Beltrones, la empodere como la árbitro de la contienda interna, para que esta no se salga de control ni haya más shows como el que hace unos días protagonizaron los asistentes a la reunión de la “unidad”: Alejandro Armenta, Víctor Giorgana, Juan Manuel Vega Rayet, Alberto Jiménez y el esquirol de Casa Puebla, Javier López Zavala.
Allende Cano sabe que no son sus tiempos y que como lideresa del PRI no puede ni debe comprar boleto en 2016.
Cuentan que ni quiere ni le alcanza y que incluso ha sido extremadamente cuidadosa en aparecer en público con alguno de los aspirantes para no enviar una señal equívoca de que ya hay “dados cargados”.
La comunicación que mantiene con Beltrones es fluida y así se hizo patente hace unos días cuando el dirigente priísta lució informado sobre los detalles de la #LeyAntiBronco de Puebla, la cual dijo que el partido impugnará por la vía constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y es que fue Allende Cano quien lo puso al tanto, por lo que “Don Beltrone” no lució “fuera de lugar” cuando en Sonora se le preguntó sobre el tema.
Ana Isabel quiere ser árbitro, no jugadora, y en esa lógica se mantiene ocupada completando el proceso de renovación de los 217 comités municipales del PRI, una estructura que será indispensable para el candidato, o la candidata, a la minigubernatura; a la fecha van 80 relevos sin contratiempos y se espera que a finales de año se haya dado el resto.
Por cierto, el único que le ha corrido la cortesía de notificarle sus aspiraciones al 2016 es el ex alcalde y ex rector Enrique Doger; los demás, no. Ni por elemental educación.
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Cuentan que en una reciente reunión del war room morenovallista, se puso sobre la mesa un enigma que ocupa, y preocupa: quién coordinará la campaña de Tony Gali Fayad.
Dos nombres manejaron los asistentes: el del diputado federal Juan Pablo Piña Kurczyn y el del senador Javier Lozano Alarcón.
Ante la falta de consenso, un influyente operador propuso a Diódoro Carrasco, pero el representante del gobierno estatal en el D.F. se descartó: “Ni siquiera soy poblano”, dijo quien, en efecto, es de Oaxaca, estado que gobernó.
Llegado el momento, cuando le pidieron su opinión, Tony Gali contestó, fulminante: “No se preocupen, yo ya tengo coordinador”.
En clara referencia, claro, a @RafaGobernador.
Y como diría el clásico: el que entendió, entendió…