Bastó un plantón para exhibir el verdadero talante de algunos iluminados del PRI que incluso ya se sienten minigobernadores y que actúan protagónicamente en aras de ganar si no votos, al menos titulares de prensa.
Tal es el caso de Alejandro Armenta Mier, muy pero muy ofendido tras haber sido desairado por la secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, la ex gobernadora yucateca Ivonne Ortega, quien no llegó a un mitin en Amozoc para respaldar al candidato a diputado federal por el distrito 7 con cabecera en Tepeaca.
Toda la semana, como niño con juguete nuevo, Armenta se la pasó presumiendo a propios y extraños que la número 2 del partido a nivel nacional vendría a apoyarlo, pero más como una señal de confirmación a su verdadero proyecto fechado en 2016: el ex director del Registro Nacional de Población pretende erigirse como la alternativa, o el Plan C, a la minigubernatura, so pretexto según él de que ni la senadora Blanca Alcalá ni el diputado Enrique Doger cuentan con estructura ni levantan en las encuestas.
Pero Ivonne Ortega tuvo complicaciones de agenda –prefirió cumplir compromisos en el estado de Hidalgo, el estado del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong- y lo dejó más que plantado.
Ello causó un ataque de ira en quien ya se asume como el “salvador” de los priístas a pesar de haber sido él quien en 2010, como dirigente estatal del PRI, entregó Casa Puebla a la oposición -¿o ya se le olvidó?-.
“Me hizo un desaire la secretaria (general del CEN del PRI). ¡Estoy muy encabronado con mi partido!”, expresó aun cuando la señora Ivonne Ortega, mediante su cuenta de Twitter, ofreció una disculpa y explicó que su ausencia obedeció a “problemas de tráfico”. No a un desaire ni a un descuido.
Incapaz de ocultar su enojo, como preadolescente, con la honra atropellada, a continuación Armenta se puso a filosofar y, como si descubriera el hilo negro, envió un mensaje a sus dirigentes estatales y nacionales:
“Las dirigencias no ganan elecciones, las gana el pueblo, las gana la base, las ganan los seccionales y obviamente las ganan los candidatos”.
Es decir, según Armenta, ganará a pesar de su partido y a pesar de sus líderes.
Palabras que de tan insistentes llegaron a su destino, pues Ivonne Ortega estuvo en San Martín Texmelucan este fin de semana, donde fue informada, con puntos y comas, del penoso show armado la víspera por el candidato por Tepeaca.
Fue entonces Víctor Gabriel Chedraui, secretario general del Comité Directivo Estatal del PRI, el comisionado para dar contestación a un Armenta fuera de control.
En declaraciones a la prensa, Chedraui respondió:
“Una campaña se gana de manera conjunta entre partidos, candidatos y la sociedad para lograr un éxito rotundo (…) El partido no son las dirigencias, el partido no es el edificio, el partido es mucho más que cualquier dirigencia y él (Armenta) sabe muy bien esta situación (porque ya fue dirigente del PRI)”.
Sin embargo, la guerra de egos no terminará ahí.
Y es que Alejandro Armenta dice estar convencido de que ganará el 7 de junio con o sin el apoyo de las dirigencias nacional y estatal de su partido, las que o lo plantan o lo mandan a callar.
El problema de fondo es que si su verdadero proyecto es el 2016, ¿para entonces seguirá pensando lo mismo?
¿Qué no necesita de nadie para ganar?
Pago por ver.
Menuda tarea la del nuevo delegado del CEN del PRI en Puebla, Ismael Hernández Deras, quien va a tener que lidiar con estos próceres que se sienten tan inmaculados como indispensables para el futuro del partido en el estado.