¡Péguenle más!

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No está buena: está buenísima la campaña de contraste iniciada por la alianza 5 de Mayo esta semana y que busca desnudar las carencias –o los excesos- del gobierno del estado y en particular del mandatario Rafael Moreno Valle.

Cuestionar la Rueda de Observación, la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA), el Centro Integral de Servicios (CIS) y otros proyectos estatales, no sólo es una gran idea, sino una estupenda idea.

Lamentablemente la campaña –a través de medios electrónicos- resulta tardía y presenta un grave defecto de origen:

No toma en cuenta que hoy, le pese a quien le pese, Moreno Valle es el gobernador mejor calificado por la ciudadanía en la historia de Puebla en sus dos y pico primeros años de mandato. La encuesta menos benévola le da 7.5 de calificación.

Y si bien ya no tiene el bono democrático del principio ni el arrastre ni la fuerza de 2011, a la gente en general le parece que ha sido un buen gobernador, un gobernador que trabaja (o al menos trabaja más que sus antecesores) y que ha realizado la más espectacular (tal vez no la más necesaria) obra pública en la ciudad de Puebla.

No por nada suele decirse -medio en serio y medio en broma- que el mejor alcalde que ha tenido Puebla capital es, justamente, Moreno Valle.

De hecho, un estudio elaborado por una empresa del Distrito Federal, revela una paradoja inquietante y que poco se entiende sobre todo en círculos informados: mientras más le pegan, más crece la aceptación del jefe del Ejecutivo, en especial en el sector de la clase media.

Se trata de una especie de efecto “teflón”, más que medido en Casa Puebla.

La campaña de la alianza 5 de Mayo es, insisto, muy, muy buena, pero lamentablemente sólo ayuda a ratificar las opiniones que ya circulan, y no de ahora, en el denominado “círculo rojo”, que piensa y que seguirá pensando que tanto la megarrueda de Angelópolis como RUTA y el CIS son o frivolidades o proyectos innecesarios que además han resultado inútiles para solucionar los problemas de una gran urbe como Puebla.

Los spots del PRI-PVEM sí le llegan al gran público, por supuesto, pero a este gran público no le interesan los sesudos análisis de por qué Moreno Valle se ha equivocado o por qué ha sido un gobernante autoritario: lo único importante para este sector mayoritario es que su ciudad tiene un aspecto diferente, que se está haciendo algo –lo que sea- por sacarla del atraso y que poco a poco va recuperando prestigio nacional e internacional tras el desprestigio del pasado. Ya, por lo menos, no nos dicen “preciosos”, y eso, eso ya es ganancia.

La campaña de la alianza 5 de Mayo sólo victimiza a quien trae una imagen positiva consolidada, más allá del diario debate en los medios.

Lo más grave es que, como digo, parece tardía, pues se produce ya en la recta final de las campañas, por lo que sus efectos no serán demoledores, como los estrategas lo esperan.

Tal vez si así hubieran empezado la campaña: exhibiendo las contradicciones del gobierno estatal y destacando sus problemas o promesas incumplidas, y diciéndole al electorado que el cambio anunciado no sólo no llegó, sino que fueron engañados, otra cosa estaríamos viendo.

Y sobre todo si el candidato Enrique Agüera hubiera encabezado personalmente esa ofensiva, pero poniéndole nombre y apellido al objeto de los misiles y no como ha sucedido hasta hoy: en forma tímida, con muchísimo temor de molestar o causar la ira del “señor”, diciéndolo pero sin decirlo para que se escuche pero no se escuche.

Como escribí aquí al inicio del proceso, para ganar, el reto del ex rector de la BUAP era dejar de tenerle miedo a Moreno Valle y lanzarse con todo, sin atajos, contra su primer y principal rival: el gobernador.

Pero toda la campaña se la pasó rehuyendo ese pleito (este miércoles lo más que dijo fue que “un gobierno distante se equivoca”; no pues sí) y no logró, primero, convertirse en el líder que los antimorenovallistas andan buscando hasta por debajo de las piedras; segundo, convertir la elección en un referéndum entre seguir con el supuesto cambio iniciado por Moreno Valle o explorar una nueva y mejor ruta, y tercero, convencer a quienes están escépticos de todo, hartos de los políticos y por tanto indecisos.

La campaña de contraste llega –en mi opinión- demasiado tarde y si busca que los indecisos se decanten hacia la alianza 5 de Mayo, hay malas noticias: las últimas encuestas están reflejando que es Puebla Unida la que los está atrayendo a sus filas, seguramente porque si bien ha habido errores, su campaña ha contado con estrategia y no ha dado bandazos, o al menos no tantos ni tan evidentes como los del PRI-PVEM.

Tradicionalmente, el voto de los indecisos, que suele convertirse en voto de castigo, se vuelca contra el poder establecido, sí, pero cuando este ha tenido un desgaste prolongado y ya ha causado un enorme hartazgo en la población en general.

Así le pasó –sólo por citar un ejemplo- a Mario Marín, quien con todo y el caso Lydia Cacho pudo refrendar la hegemonía de su partido (salvo aquella vez que vendió la elección a Felipe Calderón y Manuel Espino para evitar que la SCJN le cortara la cabeza) y por tanto la sobrevivencia de su gobierno… hasta que la gente dijo: “ya no más” y entonces encontró un agente y actor del “cambio” en 2010 con Rafael Moreno Valle, cuyo gobierno es aún joven: le estarán faltando casi 4 años pase lo que pase el 7 de julio próximo.

Al actual gobernador la campaña de contraste del PRI no le causa risa, porque tampoco es para tanto, pero sí ninguna preocupación. De hecho, por él que le peguen, que le peguen más, pues sólo lo fortalecen, lo victimizan y lo consolidan en el ánimo de los poblanos, con todo y que cada día que pasa de su sexenio, es un día menos y un día que acumula nuevos y más ácidos críticos. Porque es indudable que el poder desgasta y no sólo eso: se come, literalmente, hasta al más humilde, o soberbio, de sus hijos.

gar_pro@hotmail.com

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