No lo ande contando pero los días de Édgar Salomón Escorza al frente de la coordinación de los diputados del PRI en el Congreso de Puebla están contados.
En breve el Comité Ejecutivo Nacional del tricolor anunciará el nombre de su relevo.
De hecho, fue durante la reciente visita del dirigente nacional del tricolor, César Camacho Quiroz, que se le informó extraoficialmente de que dejará la importante posición.
El manotazo en la mesa es tan necesario como inevitable.
Y es que al alto mando del partido ya no le quedan dudas que el corazón de Édgar Salomón es más morenovallista que priísta.
Están documentadas sus traiciones y no sólo eso: también sus malos manejos financieros como efímero presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del poder Legislativo.
Por ejemplo, la nómina inflada –de más de 150 mil pesos mensuales- que controló a su antojo, sin rendir cuentas, mientras estuvo al frente del Congreso.
No es casual que apenas la víspera el diputado del Partido Nueva Alianza Enrique Nácer Hernández lo acusara en público precisamente de cometer una serie de irregularidades “muy graves”, que no precisó, y de no pocas “inconsistencias” a su paso por la Junta de Gobierno.
No lo dijo Nácer pero se sabe, y se sabe bien, que contratos “fantasma” y adquisiciones anómalas aparecen en el grueso expediente de quien se creyó el más listo de la cuadra.
Dudas, legítimas, que en su momento el joven aprendiz de político deberá aclarar ante las instancias correspondientes.
Por lo pronto, Édgar Salomón Escorza debe irse despidiendo de la coordinación de los legisladores del PRI.
Y por órdenes precisas y directas del CEN.
La paciencia se agotó.
Su tiempo se acabó.
Así que si usted lo ve triste y alicaído, o con las cejas más depiladas que de costumbre, ya sabe por qué.
Pero, por favor, no lo ande contando.