Los vacíos de autoridad generados por el CEN del PRI, con un Pedro Joaquín Coldwell más interesado en colarse al gabinete de Peña Nieto que en poner orden en el partido que supuestamente dirige; y la apatía, por decir lo menos, del nuevo Instituto Electoral del Estado, han engendrado toda clase de monstruos, pero en especial dos que son modélicos: ediles que hacen uso de recursos y estructuras gubernamentales en su afán de ser diputados locales y diputados locales que violan la ley y saquean las arcas a su mano con tal de convertirse en presidentes municipales.
En lo que toca a estos últimos, hay un caso que, por el cinismo que lo caracteriza, destaca: el del legislador y presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del estado, Édgar Salomón Escorza.
Y es que no hay día que este singular espécimen de la fauna política local use –y abuse de- la estructura del poder Legislativo para avanzar en su deseo de convertirse en candidato del PRI a la alcaldía de San Martín Texmelucan.
Obsesionado y más que eso: deslumbrado con el poder y sus beneficios, Salomón Escorza está literalmente en campaña para presidente municipal.
No sólo reparte miles de despensas entre familias de escasos recursos y mochilas para escolares donde mañosamente destaca su nombre y la palabra “PRESIDENTE” seguida, en letras pequeñas, de la precisión: “De la Junta de Gobierno y Coordinación Política del H. Congreso del Estado de Puebla”.
También ha conformado una estructura electoral cuyos cimientos se localizan directa e indirectamente en el gobierno del estado, un gobierno emanado por cierto de un partido diferente al suyo.
Testimonios gráficos confirman que regularmente, el diputado Salomón Escorza se hace acompañar en sus mítines –sí, mítines; ya ni siquiera actos anticipados de campaña- de los siguientes personajes: Fermín Tostado, delegado de la Sedeso; Carlos Antonio Islas, director del ICATEP; Abel Morales Morales, coordinador de la SEP Núm. 18, y Roberto Solano, delegado de la SGG. En el colmo, algunas ocasiones también aparece a su lado Pablo Pérez, escolta y auxiliar del gobernador.
¿Quién financia el abierto, obvio, ilegal proselitismo del diputado del PRI? Hasta la pregunta sobra. Sólo es cuestión de adentrarse un poco en los entresijos de la Cámara de Diputados, convertida gracias a la ambición y el desaseo de personajes como Salomón Escorza en una dependencia más del poder Ejecutivo.
No es casual que el presidente de la Junta de Gobierno del Congreso local haya preferido pedir permiso al gobernador Rafael Moreno Valle antes que a la dirigencia nacional de su partido. La misma que, al igual que el nuevo –y “renovado”- IEE, nomás no ve ni escucha los pasos de los monstruos que han engendrado el vacío y la falta de orden.