Y de repente, con la súbita presencia de las empresas mineras tanto nacionales como extranjeras, la vida de varios pueblos indígenas de la Sierra Nororiental de Puebla se alteró, rompiéndose la armonía diaria y el equilibrio de la naturaleza con la violación a sus tierras.
Sin calcular daños, rompiendo costumbres de los pueblos originarios, enriqueciendo a funcionarios sin escrúpulos, el gobierno de Calderón entregó demasiados permisos para la explotación de minas a cielo abierto.
A nadie le importó crear focos de conflicto, romper la sustentabilidad de la región y dividir a los indígenas.
La Fiebre del Oro empezó en Tetela y si sus habitantes no se dan cuenta, la minera de Carlos Slim en estos momentos estuviera partiendo cerros y destruyendo ríos. Grupos inconformes se organizaron en la Asociación Civil “Tetela Hacia el Futuro”, pues hay enorme molestia.
En Ixtacamaxtitlán se repite la historia. En Huauchinango, el alcalde Omar Martínez Amador, sin vergüenza alguna y mediante engaños, casi llevó por la fuerza a los indígenas de la junta auxiliar de Cuxicala al palacio municipal, para hacerlos firmar los permisos de explotación de la tierra.
Mientras tanto, la irritación de los pueblos crece. Hace unas semanas, en Zapotitlán de Méndez, se llevó a cabo una reunión muy especial. Asistieron varias organizaciones indígenas como Unitona, OIT y Esperanza de los Pobres, y líderes de Tetela, Zautla, Zacapoaxtla, Ixtepec, Caxhuacan, Ahuacatlán, Zongozotla, Tepango y Jonotla.
Ahí, denunciaron que varios de ellos fueron invitados al restaurante El Balcón de Zacapoaxtla, donde reunidos en un salón con representantes de las mineras estaban ni más ni menos que los diputados priístas Javier López Zavala, José Luis Márquez y Josefina García Hernández, habilitados como cabilderos no del pueblo sino de las empresas mexicanas, chinas y canadienses que están en territorio poblano.
Esos tres legisladores han sido identificados como los verdaderos intermediarios entre las mineras y las comunidades, a cuyos habitantes están aplicando la vieja estrategia de ofrecerles dinero para sus fiestas patronales y capillas, y de organizarles comidas y borracheras con cerveza y aguardiante, a cambio de su firma. Una firma que, por supuesto, vale lo que su peso en oro.
Cada día las presiones aumentan más y más y también las ofertas para vender el movimiento de repudio. ¿Qué ganan Zavala y sus compinches? La respuesta es obvia, sobre todo cuando se sabe que las mineras no suelen darse por mal servidas.
Es este grupo de políticos la mano que está meciendo la cuna, dividiendo a los indígenas, sacando provecho personal y minimizando los riesgos de una explotación de la tierra que, según estudios serios, acabará con el tiempo con los cultivos de café y maíz, y con los manantiales de agua.
Desde luego, los diputados del PRI se aprovechan de la necesidad de mucha gente pero también de las gravísimas omisiones de una dependencia como la Semarnat que no le importa el tema.
Sí. La ambición por encontrar oro y otros minerales valiosos en Puebla es muy grande, y ya volvió locos a más de tres.