Marín y Moreno Valle, la tregua

Arturo Luna Silva

Nuevos vientos soplan en la larga, lenta, tediosa, inédita transición poblana.

Y es que ambos bandos por fin han decidido dejar de lado las amenazas, los berrinches y las quejas, y se han puesto a hacer política.

Política.

Más política.

Mucha política.

Precisamente aquello a lo que habían renunciado.

La reunión que sostuvieron la tarde-noche del martes en Casa Puebla los dos gobernadores, el que aún está en funciones y el electo, es una clara muestra del rumbo que ahora tomará la transición.

Todo parece indicar que por fin marinistas y morenovallistas guardaron el arco y las flechas, la espada y los escudos, y abandonaron el ánimo belicoso que los venía caracterizando y que a punto estaba de llevarlos a ese callejón sin salida que es el callejón de los madrazos.

¿Acto de magia?

No, simplemente el tácito reconocimiento de que, por el momento, unos necesitan forzosamente de los otros –y viceversa-.

Y que la guerra –que la habrá, no lo dude- puede esperar.

Resulta que no parece ser este el mejor momento para pelear.

Porque nadie, nadie puede hacer una Revolución sin pactarla con el enemigo.

Mario Marín y Rafael Moreno Valle sellaron lo que puede entenderse –y leerse- como una tregua.

Una tregua que disipará el humo y el ruido en que se venía desarrollando la relación entre el que ganó y el que perdió el 4 de julio.

Si en Oaxaca la transición reventó desde el inicio y en Tlaxcala van por ese mismo camino, en Puebla, tras tocar fondo, sus protagonistas han decidido salir a la superficie, tomar aire, llenar los pulmones y recomenzar, lo que no significa que el proceso no vaya a sufrir nuevos sobresaltos, enredos y tropiezos, así como a contaminarse de nuevo, de aquí a febrero.

La diferencia, tal vez, es que ahora habrá más y mejor comunicación.

Y que ésta, seguramente, será la llave para destrabar y/o transparentar asuntos delicados y polémicos que competen al gobierno que se va y al que llega, como la venta de predios en la reserva territorial, la solicitud de líneas de créditos, el acceso a información financiera clave, el manejo de la deuda pública, las grandes obras pendientes y algunos nombramientos importantes (por ejemplo en la CAIP).

¿Cuánto durará la tregua?

Nadie lo sabe.

Y es que por obvias razones la desconfianza mutua persiste.

Pero ya lo dejó en claro el coordinador general del equipo morenovallista, Fernando Manzanilla, al finalizar la reunión que este mismo miércoles sostuvo con el secretario de Gobernación, Valentín Meneses, reunión que sirvió para ratificar el nuevo momentum político poblano:

“Se apuesta al progreso y no a los chismes, ni a los conflictos; ante estos casos, yo prefiero hablar de lo que se puede construir y crear, no de lo que se puede destruir”.

A Moreno Valle le ha quedado claro que Marín es y será gobernador “hasta el último día de enero”.

Y Marín, por su parte, ha entendido que es su obligación –no su gusto- generar las condiciones que le permitan a Moreno Valle iniciar su sexenio “con toda la fuerza desde el primer día de gobierno”.

Así que respeto, cooperación y entendimiento serán palabras comunes entre ambos bandos.

¿Cumplirán?

Vamos a verlo.

Y es que es muy probable que vuelvan a olvidar que en política, la línea recta siempre es la más corta.

***

Por cierto, cuentan que a raíz del nuevo gran entendimiento (o nueva luna de miel) entre marinistas y morenovallistas, ya hubo humo blanco en cuanto al asiento vacante en la Comisión de Acceso a la Información Pública (CAIP).

No me crea pero todo parece indicar que el bueno, lo que se dice el bueno, será José Luis Fregoso Sánchez.

Que es una posición de -y para- Moreno Valle.

Y que los marinistas ya de plano ni meterán las manos para impedir su arribo a la CAIP.

Y es que ya hay acuerdo, y lo operaron –como ayer le dije- Valentín Meneses y Fernando Manzanilla.

¿Cuál es el mérito de Fregoso Sánchez?

Bueno, pues ser papá de Milthon Javier Fregoso Escalera.

Sí, el mismo que se perfila como director del Instituto de la Juventud en el gobierno morenovallista.

Y, sobre todas las cosas, el mismo que es muy pero muy cercano a René Fujiwara Montelongo, el inquieto nieto de la poderosísima Elba Esther Gordillo.

La única y auténtica mano que mece y mecerá la cuna en Puebla, anexas y conexas.

En otras palabras: que sí habrá imposición.

Imposición morenovallista.

Y avalada por los ahora obedientes –y obsecuentes- diputados marininistas.

Para servir a usté y a Dios.

¿Será?

Ojalá me equivoque.

gar_pro@hotmail.com

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