SU MAJESTAD AMLO Y SU “TESTAMENTO POLÍTICO”

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A la par que ha ocultado cuál es su verdadero estado de salud y la posible gravedad de sus padecimientos, especialmente cardiacos, el presidente Andrés Manuel López Obrador nos ha informado ahora que, en caso de fallecer, dejará un “testamento político”, como si se tratara de un rey o un emperador, pasando por alto la misma Constitución Política.

Hace ocho años, el hoy Presidente sufrió un infarto.

Su vida estuvo en peligro y así llegó a Palacio Nacional hace tres años.

Ha enfermado ya dos veces de COVID en esta pandemia, porque además no sigue los protocolos sanitarios como el uso de cubrebocas.

Se pone en riesgo todos los días él y pone en riesgo a sus familiares y colaboradores.

A pesar de que se nos ha dicho que su estado de salud es bueno, los hechos exponen lo contrario.

Ahora él mismo ha puesto sobre la mesa la posibilidad de su ausencia.

La “pérdida de mi vida”, dijo.

Encima de toda esta irresponsabilidad y ausencia de la transparencia, la que tanto pregona, en el tema de su salud, ahora nos dice que tiene un “testamento político”.

La interpretación no es otra, sino que se trata de una serie de instrucciones de quién será su sucesor.

O sucesora.

Las instrucciones que deben seguir sus seguidores, funcionarios y su partido, en caso de su muerte.

Gobernar más allá de la vida.

“Ya hemos avanzado bastante (en el actual régimen); yo creo que ya sentamos las bases para la transformación, sobre todo que ya no se permita la corrupción, desterrar la corrupción de México y que se voltee a ver a los pobres, a la gente humilde.

“Yo creo que eso ya está internalizado. No a la corrupción y sí al amor al prójimo, sí a la justicia, sí a la fraternidad (…)

(El tema de la corrupción alcanza para otra entrega, por su provocación al debate).

“Yo tengo un testamento político, no puedo gobernar un país en un proceso de transformación… además con estos antecedentes del infarto, la hipertensión, mi trabajo que es intenso sin tener en cuenta la posibilidad de una pérdida de mi vida”.

Eso dijo en un mensaje en video, desde Palacio Nacional, tras el cateterismo cardiaco que se le realizó el viernes en el Hospital General Militar.

Es innegable, con este anuncio, la evidencia de que López Obrador se siente el dueño del país.

El Estado (Mexicano) soy yo, nos está diciendo.

Como el dictador Antonio López de Santa Anna, en su tiempo.

La Constitución establece los mecanismos para su sustitución, en caso de ausencia definitiva.

No se requiere un testamento.

Él lo plantea por encima de la Carta Magna.

La Constitución Política establece:

“Artículo 84. En caso de falta absoluta del Presidente de la República, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o substituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días, el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo (…)

“Cuando la falta absoluta del Presidente ocurriese en los dos primeros años del período respectivo, si el Congreso de la Unión se encontrase en sesiones y concurriendo, cuando menos, las dos terceras partes del número total de los miembros de cada Cámara, se constituirá inmediatamente en Colegio Electoral y nombrará en escrutinio secreto y por mayoría absoluta de votos, un presidente interino, en los términos que disponga la Ley del Congreso (…)

“Cuando la falta absoluta del Presidente ocurriese en los cuatro últimos años del período respectivo, si el Congreso de la Unión se encontrase en sesiones, designará al presidente substituto que deberá concluir el período, siguiendo, en lo conducente, el mismo procedimiento que en el caso del presidente interino”.

Aquí el problema es que, como están hoy configuradas las dos cámaras del Congreso de la Unión, las bancadas del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) podría designar por mayoría absoluta, la mitad más uno, al presidente interino.

Se bastan con sus aliados, sin consultar a la oposición.

Aunque aún tendría que conseguir que, a la sesión respectiva, si se diera, acudan las dos terceras partes de los integrantes de las cámaras.

Las dos terceras partes de los 500 diputados y diputadas federales y 128 senadores y senadoras.

¿Testamento?

¿Gobernar desde el más allá?

A lo que hemos llegado.

gar_pro@hotmail.com

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