MIGUEL BARBOSA Y EL TEJIDO FINO

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A muchos llama la atención que Miguel Barbosa celebre una pasarela de encuentros con actores políticos y autoridades electas, con quienes deberá trabajar los próximos tres años de su mandato. Les resulta novedoso porque, efectivamente, este tejido fino, que bien conoce el gobernador, es inédito para Puebla, donde hemos vivido largo tiempo en medio de la polarización política, los conflictos postelectorales y la cruenta lucha por el poder.

En la entidad, el ejercicio más puro de la buena política, de llegar a acuerdos, se perfila para convertirse en labor cotidiana.

La próxima LXI Legislatura Local, que comenzará funciones a mediados de septiembre, será la más plural que se recuerde.

La fuerza mayoritaria de Morena con el Partido del Trabajo (PT) no es, encima, monolítica, pues hay unos cuantos legisladores que no son precisamente afines al mandatario.

Sin embargo, tampoco se espera que sean opositores beligerantes, porque eso los marginaría de las decisiones y del trabajo parlamentario.

Para resumir: no habrá más JJs u otros cucarachos similares.

Si bien la fuerza legislativa del régimen solamente tiene la mayoría simple, la mitad más uno de los 41 votos, está en una envidiable posibilidad, relativamente sencilla, para alcanzar la mayoría calificada.

Esa que es de dos terceras partes.

Esa que es indispensable para las reformas constitucionales.

El Grupo Legislativo del PRI tiene seis diputados y diputadas.

Dos más que en el anterior ejercicio, gracias a que incrementó su votación y pudo ganar tres posiciones de mayoría relativa.

Su coordinador será Jorge Estefan Chidiac, a quien le sobra experiencia.

Él conoce bien las veredas que llevan a los acuerdos.

Con el PRI y la mayoría que algunos consideran barbosista -y no se equivocan-, prácticamente se soluciona el trámite de la edificación de la mayoría calificada.

Pero el tejido fino que Barbosa ha desplegado es más ambicioso.

Ha dado señales de que busca la casi unanimidad legislativa.

Algo impensable, por ejemplo, en el morenovallismo que, a fuerza del puño, la amenaza o la compra, obtenía sus deseos.

En la relación con el PAN también hay actualmente buenos pronósticos.

La reunión de la semana pasada con Genoveva Huerta Villegas, la presidenta del Comité Directivo Estatal (CDE) panista, debe leerse así.

Pero nueve de cada 10 integrantes de la opinocracia poblana no tienen esas capacidades.

Barbosa es un político profesional.

Y ejerce como tal.

Las reuniones en Casa Aguayo se han extendido a todos los alcaldes electos.

Desde el capitalino Eduardo Rivera Pérez, hasta los modestos de poblaciones pequeñas.

Para todos han estado abiertas las puertas de la sede del Poder Ejecutivo de Puebla.

Se llama oficio.

Política en el más puro significado.

Tejido de punto muy fino.

gar_pro@hotmail.com

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