Aunque se da como un hecho que el diputado federal Mario Delgado Carrillo será el próximo presidente nacional de Morena, la ruta se ve todavía complicada, aunque breve, de solamente 40 días, y está aderezada por su guerra de castas, entre los “puros” y los “arribistas”, la que inexorablemente toca con especial intensidad a Puebla.
Para que el coordinador de los morenistas en San Lázaro llegue a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), primero deberá ganar la encuesta en la que, ahora así, no hay margen de manipulación desde dentro del partido lopezobradorista.
De acuerdo con la resolución que el pasado 20 de agosto emitió el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), el estudio demoscópico lo organizará el Instituto Nacional Electoral (INE).
Para ello tiene 45 días, a partir de ese fallo, lo que nos ubica el resultado de ese levantamiento vía telefónica, a más tardar, a finales de septiembre.
Será abierta a la población.
Por supuesto, la metodología y hasta la empresa que se contrate, serán temas de ríspido debate.
Pero la decisión del INE será inapelable.
También, se deberá definir a la brevedad quiénes quieren y pueden competir.
De entrada, el mismo TEPJF determinó que no es necesario ser consejero o consejera nacional, para aspirar a la presidencia del CEN.
Todo pareciera un traje a la media.
Hay quienes lo ven de la talla exacta de Carrillo.
Al menos, sus opositores, a quienes nada bien les ha caído que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador haya avalado el fallo del Tribunal.
A pesar de las acusaciones de “intromisión” del otrora Trife, que han realizado quienes se ven en desventaja con este método, el asunto es inapelable.
En Puebla, los “puros”, aquellos que nunca antes militaron en otros partidos o que nacieron políticamente en la izquierda radical, ven la posible llegada de Delgado como un triunfo de los arribistas.
De aquellos que se sumaron al lopezobradorismo, cuando era ya una ola imparable de triunfos.
Ese grupo de los “puros”, lo integran en el estado la izquierda universitaria anacrónica y el grupo identificado con la presidenta municipal Claudia Rivera.
Ellos irán -si finalmente participa- con Bertha Luján, muy cercana a López Obrador y hoy presidenta del Consejo Nacional de ese partido.
En tanto, por primera vez desde su creación, en Morena coinciden en el apoyo a Mario Delgado los grupos del gobernador Miguel Barbosa y del senador Alejandro Armenta.
Al gobernador, lo une una amistad sólida con el de Colima, acuñada en los tiempos en que fueron senadores, entre 2012 y 2018, en la entonces bancada perredista que comandó el poblano.
Habrá otros contendientes, seguramente.
Pero no con suficiente fuerza en Puebla.
Aquí, la guerra de castas es bipolar.
Y el triunfo será, si no pasa nada extraño y extraordinario, para los impuros.