Yeidckol Polevnsky Gurwitz, la defenestrada ex dirigente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), fue propuesta la semana pasada como delegada en funciones de presidenta del Comité Ejecutivo Estatal (CEE) poblano, pero finalmente no la quisieron aquí, quienes toman las decisiones lo mismo en la Ciudad de México que en Puebla.
De ahí que el destino de la otrora poderosa mujer del lopezobradorismo haya sido Jalisco y para nuestra entidad se nombró en ese cargo a Carlos Alberto Evangelista Aniceto.
Lo cierto es que esos puestos, por todo el país, serán de breve paso.
En el mejor de los casos, tendrán vigencia de tres a cuatro meses, si Morena sale de su irresuelto caos y entre agosto y septiembre próximos logra reponer la elección de sus dirigencias nacional y estatales.
Como está hoy ese partido, no sirve a nadie.
Los coordinadores parlamentarios del Senado y la Cámara Baja no se hablan con la dirigencia provisional, que encabeza el diputado federal con licencia Alfonso Ramírez Cuéllar.
Éste no atina a acompañar al Presidente de la República ni siquiera con declaraciones de prensa.
En cambio, se saca de la manga propuestas legislativas, como aquella de que el Inegi revise la riqueza de las personas, que terminan por ganarle más enemigos.
Por su parte, Andrés Manuel López Obrador mantiene una insana distancia con su partido.
También, a sus dirigentes reales, Ramírez y Bertha Luján, les aplica el hielo salinista: ni los ve, ni los oye.
El caso de Yeidckol es una muestra de este desorden en Morena.
A la ex senadora le estaban “buscando acomodo” fuera de la Ciudad de México y alguien la propuso para llegar a Puebla.
La idea no le pareció tan mala a Polevnsky, quien ya se veía gozando de la calidez poblana, pero no transitó.
Entonces la nomenklatura morenista se definió por Evangelista.
Aunque el esposo de la diputada federal Julieta Vences no es del grupo del gobernador Miguel Barbosa, poco importa en realidad.
Primero, porque se espera que haya elecciones a más tardar en septiembre, ahora con la supervisión del Instituto Nacional Electoral (INE), para las dirigencias nacional y de los estados.
También, porque de cualquier forma es el barbosismo quien controla la vida interna de Morena.
Mientras pasa la pandemia, tiempo en que tampoco el morenismo nacional ha encontrado acuerdos, las cosas se mueven por inercia.
Con la orfandad de la mano de AMLO.
Y con el caos acostumbrado.