Mucho de cierto hay en la versión que desde este lunes empezó a circular en el sentido de que Eduardo Rivera Pérez, ex presidente municipal de Puebla, podría ser sancionado, tal vez expulsado de su partido, por haber declarado hace unos días al periódico digital e-consulta que el PAN “quedó a deber” al candidato a la gubernatura Enrique Cárdenas Sánchez.
Pero la intentona, que ya lo es de lleno –y por varias razones-, no es únicamente por dichas afirmaciones, que por lo demás no carecen de verdad.
Sin duda hay mucha irritación en el ex rector de la UDLAP y su equipo cercano, pues esperaban más, mucho más, del citado Eduardo Rivera, quien realmente estuvo pero no estuvo apoyando a Cárdenas a lo largo de la gris campaña del candidato común del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano.
Cuentan que la molestia fue creciendo conforme pasaban los días y que ya se hizo evidente hace semana y media cuando varios de los operadores cercanos a Eduardo Rivera empezaron a desentenderse de las tareas encomendadas o a alejarse de plano de la campaña, dejando a Enrique Cárdenas más solo que una higuera en medio del desierto.
Fuentes enteradas cuentan que el enojo en el candidato y su entorno subió de tono cuando llegó evidencia de que los allegados a Eduardo Rivera comenzaron a salirse de los grupos de Whatsapp creados ex profeso para apoyar a Cárdenas, evidenciando el conocido divorcio entre los distintas tribus panistas y el personal de confianza del candidato encabezado por un inoperante, y desfasado, Gabriel Hinojosa.
En el fondo, realmente, asistimos a la primera de las múltiples batallas que se vivirán en el PAN a partir del próximo 2 de junio, cuando se desate la guerra por el control del partido –o de lo que quede del mismo- tras la derrota electoral.
La burócrata de partido Genoveva Huerta observa que su posición como dirigente de Acción Nacional evidentemente peligrará ante la anunciada debacle y ubica a Eduardo Rivera y a su grupo como su principal amenaza; de ahí que, con el aval del “ciudadano” Enrique Cárdenas y de otros panistas, se trata de generar una percepción para colgar al ex alcalde la etiqueta de “traidor” –aunque no lo sea-, buscando desautorizarlo y de sacarlo de la competencia por ver quién se queda con el PAN.
Por cierto, cuentan que en el famélico mitin de cierre de campaña en Tehuacán el pasado fin de semana, se armó “la grande” porque Cárdenas y Genoveva –apoyados por Héctor Larios, secretario general del CEN del PAN-, no dejaron que Eduardo Rivera hiciera uso de la palabra; de hecho hubo reclamos y discusiones ante el mismísimo dirigente nacional del partido, Marko Cortés, quien atónito no daba crédito del estado de división que envuelve al panismo local a tan solo unos días de la cita electoral.