Todo parece indicar que la anunciada “guerra civil” en el Partido Acción Nacional podría no suceder o tener las horas contadas. Los últimos días han sido decisivos para evitar el anunciado choque de trenes entre los grupos que, desde el pasado 2 de julio, disputan a muerte el control del PAN. Y es que, pese a todo pronóstico, los dos bandos habrían llegado a un importante acuerdo que comenzaría con la suma de Héctor Larios a Marko Cortés y terminaría con la designación, en su momento, del ex gobernador poblano Rafael Moreno Valle –quien venía haciendo mancuerna con Larios- como coordinador del blanquiazul en el Senado de la República.
Me explico:
Héctor Larios y Moreno Valle son fórmula para el Comité Ejecutivo Nacional del PAN; el primero como presidente y el segundo como secretario general, con el apoyo ambos de al menos nueve gobernadores.
Marko Cortés es la pieza de Ricardo Anaya, ex candidato presidencial, para la dirigencia nacional; este grupo manda en el Consejo Nacional y domina el padrón de militantes. Se impuso en la guerra por la candidatura a Los Pinos, pero a un precio muy alto: la fractura interna y la derrota contumaz en las urnas.
En las mesas de negociaciones, Larios-Moreno Valle y Anaya-Cortés habrían decidido evitar el enfrentamiento fraticida, que en la óptica de muchos terminaría con lo que quedó del partido tras la aplastante derrota electoral sufrida el pasado 1 de julio y que dividiría todavía más al ya dividido partido, y se habrían puesto de acuerdo para la repartición de posiciones.
¿Cómo?
Héctor Larios declinará y pactará un acuerdo de unidad con Marko Cortés para competir, entonces, en una sola planilla; Cortés como presidente y Larios como secretario general.
Una vez que Marko Cortés asuma la presidencia del CEN del PAN, nombrará al senador Moreno Valle como coordinador del partido en el Senado en sustitución del también senador Damián Zepeda, pieza clave del grupo de Ricardo Anaya y quien hasta hace unas semanas fungía como dirigente nacional del partido.
Este miércoles algunas columnas como “Templo Mayor” del periódico Reforma daban algunas señales de lo que está pasando en Acción Nacional:
“Dicen que Héctor Larios está pensando si se une a Marko Cortés en la contienda por la presidencia del PAN… a cambio de la secretaría general. Larios cuenta con el apoyo de la mayoría de los gobernadores panistas, lo cual se vuelve muy atractivo para los anayistas. En caso de concretarse esta alianza quien se quedaría chiflando en la loma –oootra vez- sería Rafael Moreno Valle”.
Pero al parecer, no.
El ex gobernador de Puebla no se quedaría chiflando en la loma.
Al contrario: resucitaría como coordinador del PAN en el Senado, una posición de lo más importante en el ajedrez de la política nacional, pues lo colocaría, entre otras cosas, como interlocutor de su partido ante Los Pinos.
Es decir, ante Andrés Manuel López Obrador.
Actualmente Moreno Valle funge como vicepresidente de la Mesa Directiva del Senado.
El acuerdo Larios-Moreno Valle con el grupo de Ricardo Anaya implica, además, algo sumamente importante para los fines del morenovallismo: apoyo total –ahora sí- de la dirigencia nacional del PAN a Martha Erika Alonso, gobernadora electa de Puebla, en la defensa de su triunfo.
Defensa jurídica pero sobre todo política.
Todas las señales van en este sentido.
La tarde de este miércoles diversos medios de comunicación nacionales ya perfilaban la declinación de Héctor Larios y su adhesión a la fórmula encabezada por Marko Cortés.
El propio Moreno Valle, quien hace semanas había hablado de que el PAN se dirigía a una guerra civil, tuiteó a las 18:30 horas:
“Privilegiemos la unidad en Acción Nacional, pensando en el futuro de nuestro país. Sumemos a todos los militantes para ser la oposición seria y responsable que México merece”.
¿Estamos ante otra jugada maestra del ex gobernador de Puebla?
Si este escenario se confirma, nadie deberá llamarse a sorpresa.
Esto es política.
Política, política y más política.
De hecho, si habría que ponerle un título a esta novela panista, ese título sería:
“La guerra civil que nunca fue”.