Ahora sí se terminó el manto que por años -más de seis- cubrió de impunidad (e inmunidad) a priístas de Puebla que, como el ex gobernador Mario Marín, hoy están dando la espalda a su partido y operando en contra de los intereses de quien los protegió hasta la saciedad: el presidente Enrique Peña Nieto.
En Los Pinos tienen muy claro el diagnóstico de las traiciones de quienes fueron beneficiados de una u otra forma por el gobierno de Peña Nieto y que ahora, pese a eso, hacen todo por asegurar la derrota del PRI y sobre todo de su jefe máximo, el primer priísta del país.
Peña Nieto fue el que en 2010 quizá intercedió más por el “góber precioso” para que el nuevo gobernador, Rafael Moreno Valle, cumpliera con el célebre pacto de no tocarlo ni con el pétalo de una rosa.
Durante mucho tiempo, de múltiples formas, Peña Nieto contuvo a un Moreno Valle varias veces decidido a pasar por la guillotina del poder a un Mario Marín con no pocos “cadáveres en el closet”.
Fue Peña Nieto, nadie más, quien vigiló el cumplimiento de aquel acuerdo de no agresión, mismo acuerdo del que en su momento fue testigo la hoy enemiga del régimen presidencial, la profesora Elba Esther Gordillo.
Pero eso ya se acabó.
Para Los Pinos, el pacto, y por tanto la impunidad, se terminaron.
El presidente sabe con suma precisión que mientras presume su apoyo al candidato del PRI al gobierno de Puebla, Enrique Doger, tras bambalinas el ex gobernador Marín opera para Morena y para el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en el estado. Quién sabe si también para el de Luis Miguel Barbosa.
Sabe también Peña Nieto que Marín, el mismo Marín a quien defendió a costa de su propio prestigio, mueve su estructura e invierte algunos de los miles de millones de pesos que robó a los poblanos para ayudar uno de sus pupilos consentidos, Alejandro Armenta, así como a su ahijada (de boda) Nancy de la Sierra, ex priístas, hoy candidatos ambos de Morena al Senado de la República.
Armenta y De la Sierra son dos de los ex priistas observados con lupa en la oficina presidencial. Dieron un portazo al partido que les dio todo y de un día para el otro amanecieron en los brazos de Morena.
Peña Nieto hizo a Armenta director del Registro Nacional de Población y a Nancy delegada de Próspera en Puebla, pero quisieron y pidieron más, y como no les dieron, rompieron con el PRI, o lo que es lo mismo: con Peña.
Y la paciencia tiene un límite.
Marín, Armenta y De la Sierra van a recibir la misma medicina que otro famoso traidor, el panista Ricardo Anaya.
De hecho, Armenta equivoca el diagnóstico –o le fallan sus fuentes- cuando asegura que el morenovallismo lo ataca “porque me teme”.
Nada más falso.
No es el ex gobernador Moreno Valle quien está detrás de la exhibición de la cloaca que el aspirante al Senado dejó a su paso como secretario de Desarrollo Social del gobierno de Marín.
Debería darle otra pensada y aprender a leer los mensajes del poder.
El caso de Marín es especial.
Y es que ahora sí el pacto de impunidad, que le permitió vivir con un magnate y moverse libremente y hacer negocios y acrecentar su fortuna mal habida sin ningún problema, se terminó.
Y no será Moreno Valle su verdugo; acaso solo el instrumento que usará Los Pinos para hacer entender que al presidente de México no se le traiciona, y menos se le trata de ver la cara.
LEO ROJAS, DEL PRI, PRIMER CASO DE ACTO ANTICIPADO DE CAMPAÑA
Leonardo Rojas, “Leo” para sus amigos, es el primer precandidato a diputado local (va por el distrito 10 de Puebla capital), en caer en un abierto, obvio y documentado acto anticipado de campaña, hecho del cual el Instituto Electoral del Estado ya tiene conocimiento.
Resulta que la tarde del pasado viernes, el priísta infringió las reglas del periodo de intercampañas al llevar a cabo en el salón social “San Miguel”, en la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacán, un evento en el que no sólo pidió abiertamente el voto para él y para los candidatos del tricolor a la gubernatura y alcaldía de Puebla, Enrique Doger y Guillermo Deloya –también presentes-, sino que obsequió a los asistentes toda clase de aparatos electrodomésticos.
De la violación a las disposiciones legales del Código de Instituciones y Procesos Electorales del Estado de Puebla, hay registro mediante fotografías y videos en los que se observa con precisión que Leonardo Rojas, surgido de la Central Campesina Independiente, incurrió en un acto anticipado de campaña, con el agregado de que ya condicionó –si no es que compró- votos a su favor con el reparto de refrigeradores, hornos de microondas, licuadoras y otros “regalos”.
El artículo 398 fracción II del Código Electoral establece como sanción una amonestación pública con multa de mil a 5 mil salarios mínimos, o bien la pérdida del derecho del precandidato al registro como candidato o la cancelación del mismo.
El IEE ya tiene en sus manos el caso.