El terremoto de 7.1 grados que sacudió al estado el pasado 19 de septiembre ha creado una ola de solidaridad verdaderamente impresionante en cientos, quizá miles de poblanos que se han congregado en el zócalo capitalino, en los cruceros de las calles, en los albergues y hasta en los parques de sus colonias, para reunir los víveres necesarios para los cientos de damnificados en Puebla y en todo el país. Y todos ellos sin esperar nada a cambio, dejando por completo de lado cualquier rasgo de egoísmo o individualismo.
El primer cuadro de la ciudad de Puebla es el principal foco en donde se han reunido varias familias enteras –muchos niños incluidos- para ir a dejar alimentos enlatados, artículos de limpieza, cobertores, ropa y medicamentos; ahí se encuentran congregados cientos de poblanos que empaquetan, acomodan y reciben todos los donativos, que afortunadamente no han escaseado.
Pero esta no es la única manera en la que los poblanos se encuentran ayudando a los damnificados; aquellos que poseen camionetas o automóviles particulares se han establecido en los centros de acopio de las colonias y de los diversos puntos de la ciudad para llevar ellos mismos los víveres, principalmente a la Mixteca, sin duda la zona màs afectada por el terremoto en el estado de Puebla.
No les importa la distancia que tengan que recorrer ni las horas que los separan de su destino; tampoco lo que van a tener que pagar de peaje, tanto de ida como de vuelta. Vale la pena si eso sirve para ayudar a quienes el sismo les arrebatò todo, menos la esperanza, la fe y la dignidad.
Otros, también por iniciativa propia, han logrado que les renten o presten pequeños camiones de carga, vehículos que conducen hasta poblaciones como Izúcar de Matamoros, Atzala, Atlixco, Metepec, Ixcamilpa, Pilcaya, Chiautla y Chietla, pues la verdad desconfían de las autoridades y quieren ellos mismos entregar en mano los víveres recolectados a los afectados por el sismo.
Los “millennials” han dado una lección. Catalogados como indiferentes o ajenos a las grandes problemáticas sociales, son tal vez los más organizados y los más entusiastas; también los que menos se quejan ante tanto trabajo por hacer ante su primer –ojalá el último- gran terremoto; una experiencia que va a marcar sus vidas para siempre.
Y como siempre, la sociedad civil ha salido a las calles, se ha movilizado, ha puesto las manos a la obra y en muchas ocasiones ha llegado primero que el gobierno a los lugares más devastados. Ocurrió en 1985, se repitió aquí en Puebla en 1999; esta vez no tendría por qué ser diferente.
Como un auténtico ejército de voluntarios, los jóvenes universitarios, quienes no tienen clases hasta el próximo lunes, se encuentran apostados en los principales cruceros de Puebla capital pidiendo ayuda con pancartas, anunciando que se encuentran en el Centro de Convenciones o en las diferentes facultades de las universidades para que los automovilistas los tomen en cuenta y se sumen.
La Cruz Roja no sólo está recibiendo insumos para llevarlos a donde más se requieren, también hay poblanos que han optado por donar sangre para los que se encuentran heridos por el sismo, misma acción que también es muy bien recibida porque nunca se sabe cuándo se puede llegar a necesitar.
Hay personas que en las noches se reúnen en el Centro Expositor Puebla en la zona de Los Fuertes para llevar café y pan, tortas y sándwiches, a aquellos que están en este recinto, mismo que se habilitó para ser albergue en lo que pasa el peligro –aunque el miedo lo llevaremos todos tatuado en el cuerpo durante mucho tiempo-.
Otros poblanos que no pueden ir hasta las zonas de riesgo a dejar despensas o que se encuentran en sus trabajos, ofrecen en sus muy útiles redes sociales dar a asilo o guardar cosas en sus casas a aquellos cuyos hogares sufrieron daños menores, pero que no pueden quedarse ahí hasta que no se reparen.
Bien dicen que el camino para ayudar desinteresadamente tiene diferentes vías y que no sólo hay una manera de hacerlo.
Hoy, los poblanos, y en general los mexicanos, han demostrado que esta premisa es cierta, pues realmente no importa la manera en la que se brinde esa ayuda mientras esta llegue a su destino.
De una y mil formas, los poblanos se encuentran tratando de levantar al estado que, desafortunadamente, fue golpeado por un acto impredecible de la naturaleza, demostrando que cuando se necesitan, son solidarios, amorosos, generosos y cooperativos, y que ahí estarán cada vez que la situación lo requiera.
¿Y tú, cómo estás ayudando?