Con la renuncia de Manlio Fabio Beltrones a la dirigencia nacional del PRI, aquí en Puebla, en el edificio de la Diagonal, el diputado federal y aún presidente del tricolor poblano, Jorge Estefan Chidiac, comenzó a empacar o debería empezar a hacerlo. En congruencia (¿la conocerá?) tendría que presentar también su dimisión en las próximas horas. Como Beltrones, el “oaxaqueño distinguido” es un cadáver político y como tal, haría bien en dar un paso hacia atrás como máximo responsable de la estrepitosa derrota de su candidata y “líder moral”, Blanca Alcalá. Como diría el extinto “Don Beltrone”: “Es necesario corregir error y sancionar conductas y atender las demandas de castigo que se exigen”.
Y es que no hay duda: el tricolor atraviesa una crisis en todo el país, pero particularmente en Puebla, en donde va de la irrealidad, pasa por el canibalismo y termina en la rapiña; encima, la salida del sonorense desahucia ya de plano a la dupla Blanca-Estefan.
Él puso a Alcalá como candidata y a Estefan como dirigente estatal. Ahora los dos han quedado sin asideras y son abiertamente vulnerables al embate de quienes al interior del PRI buscan revancha, que no son pocos.
La debacle del PRI-Puebla es muy clara y se vive con independencia de lo que ocurrió este lunes por la tarde en la sede nacional del tricolor, donde Beltrones no sólo cayó de la dirigencia: también quedó fuera de la carrera presidencial, víctima de sus errores pero sobre todo de las acciones –abiertas y/o encubiertas- de sus competidores, en especial el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aprendiz de Fouché.
Los priístas poblanos están extraviados en su alucinación o realidad paralela, en donde Blanca Alcalá no fue derrotada, sino que “perdió Puebla”; reculan de sus propias palabras, con las que culparon al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y al gobierno federal de “entregarlos”; libran una guerra interna por los pocos cotos de poder que quedan, y se arrebatan, se adjudican, los escasos votos que lograron
Así están hoy los priístas y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Puebla: débiles, escindidos, perdidos, ardidos… En busca no de quien se las hizo sino de quien se las pague.
Mientras la ex candidata priísta Blanca Alcalá reaparecía el pasado viernes luego de 12 días de luto electoral, en una comida con su grupo, con un discurso en el que sigue sin aceptar su derrota, el presidente Enrique Peña Nieto instruía a su gabinete a trabajar con los 12 nuevos gobernadores, por supuesto incluido Tony Gali Fayad.
Sufren de algo muy parecido a la desrealización, término de la psiquiatría para definir a quienes sufren “una alteración de la percepción o de la experiencia del mundo exterior”. No se dan cuenta de lo que pasó porque no quieren darse cuenta. No entienden que no entienden. El bloque Alcalá-Jorge Estefan Chidiac ha continuado la larga serie de yerros que comenzó desde la precampaña y aún no tiene fin. Un ejemplo es el expediente con que intentan impugnar la elección que perdieron por más de 11 puntos de diferencia, con previsible fracaso y en abierta contradicción a la orden presidencial.
CONTRADICCIÓN Y ANTROPOFAGIA
La contradicción se palpa al desdecirse los priístas poblanos de sus propias palabras y acusaciones, reveladas en este espacio y el diario 24 Horas, con base en las conversaciones de WhatsApp, en las que desnudan su falta de coordinación e incapacidad operativa en los días previos a la elección, y con las que responsabilizaron al gobierno federal de “entregarlos”.
Sin embargo, algo de razón les concedió Beltrones al renunciar, cuando soltó que “el partido en el gobierno debe apoyar y su gobierno debe comunicarse y comprometerse más con su partido”, la tarde de este lunes en la Sesión de la Comisión Política Permanente, donde también citó a Colosio y mandó a decir al presidente Peña Nieto que “lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten”.
En el caso de los poblanos y sus conversaciones de Whatsapp, creen que la información provino del “espionaje” que dicen sufrir en su ruta –y rutina- de victimización. No entienden que no entienden que fueron los propios priístas, participantes de ese chat colectivo, quienes hicieron llegar la información para exhibir las miserias, las contradicciones, los errores, la soberbia y hasta los pleitos en campaña de los personajes que lograron lo imposible, lo increíble: que Blanca Alcalá resultara a la postre la peor candidata del PRI de la historia de Puebla.
Este domingo, en un comunicado oficial evidentemente solicitado con regaños desde la Segob, el PRI de Puebla se desdijo de las acusaciones que lanzaron los coordinadores distritales, encabezados por el mismo coordinador general, Alejandro Armenta Mier, quien tras el 5 de junio dijo con todas sus letras: “No perdimos, nos entregaron y todo mundo lo sabe”.
El canibalismo en el priísmo también es tangible. Apenas cerraron las urnas hace dos semanas y ya comenzó el proyecto del subsecretario de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri, para hacerse, primero, del PRI, y, después, de la postulación a la gubernatura en 2018.
Su objetivo y propuesta, que hoy se ven vigorosas con la renuncia de Beltrones, pues es del grupo antagónico, se ha bautizado como “Caminando Puebla” y con ella intentará sumar a los militantes desatendidos, resentidos, los retirados y los autoexiliados. Los mismos que no van a permitir que Blanca Alcalá se apodere del PRI, o de lo que queda del PRI, mucho menos si ella está pensando en repetir como candidata en 2018, todo un despropósito.
Lastiri, pieza en Puebla del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ya comenzó su “camino”, al añadir al candidato fracasado en 2010 a la alcaldía, Mario Montero Serrano. Así lo ha venido presumiendo en redes sociales, al igual que en las reuniones con líderes sectoriales y municipales. Va arriba, pero también opera abajo.
Ya antes Lastiri había enviado a su mano derecha, el titular de la Delegación de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Juan Manuel Vega Rayet, a descalificar al todavía presidente del Comité Directivo Estatal (CDE), Jorge Estefan Chidiac, y a pedir su cabeza. Hoy esa petición, con la salida de Beltrones, puede convertirse en exigencia a gritos.
Los bloques hoy son dos, el de Blanca-Estefan, los derrotados que no reconocen sus errores y ven en otros la culpa y se aferran como gatos boca arriba al PRI, y el de Lastiri-Enrique Doger Guerrero, que son señalados como responsables de buena parte de la derrota.
El PRI está roto y no hay modo de repararlo. O no, por el momento.
El bloque Alcalá-Estefan está ahora herido de muerte, con la renuncia del ex gobernador de Sonora a la presidencia nacional del PRI. Además, la salida previsible de Jorge Estefan del CDE significará también la caída de Blanca Alcalá como “líder moral”, la misma “líder moral” que a la fecha no ha tenido la altura de reconocer públicamente que perdió en las urnas, un gesto que la retrata de cuerpo entero.
Ahora se fortalecen sus adversarios. Nada raro será que Vega Rayet, el mismo Lastiri o algún personaje de su grupo o apoyado por ellos, llegue al Comité Directivo Estatal, con el respaldo de Osorio Chong, quien ya se ve como el candidato del PRI en 2018.
En este juego, el canibalismo del PRI se ha ampliado al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en donde la diputada local Geraldine González, muy cercana y de todos los afectos de Lastiri, salió a pedir la cabeza del presidente del partido en Puebla, Juan Pablo Kuri, por su traición a Blanca Alcalá. Una traición ciertamente consumada y probada en los hechos. Los acuerdos del PVEM con el morenovallismo fueron reales, como aquí le conté a inicios de mayo.
EL CANIBALISMO
Entre los casos más patéticos que se puedan recordar, en el tricolor hay quienes hoy se erigen como los mejores operadores de una derrota estrepitosa de más de 11 puntos. Sí, hasta en las debacles hay quienes se venden como los salvadores.
Así han aparecido verdaderas joyas de la mediocridad, como las declaraciones del “coordinador alterno”, Alberto Jiménez Merino, quien asegura que él solito le aportó 70 mil votos a la senadora. También el líder cetemista, Leobardo Soto, hizo sus cuentas y se apuntó con esa misma cantidad.
En la Mixteca, un grupo de alcaldes y ex diputados locales salió la semana pasada a dar una penosa conferencia de prensa con la presunción de que, en Acatlán de Osorio, operaron para que Alcalá obtuviera 39 mil sufragios.
Cada uno y cada cual se presentan como quien más votos aportó a la derrota de Blanca Alcalá. Como si hubiera algo que presumir, como si hacer rapiña de los poco más de medio millón de votos que recolectó el PRI en las urnas, los salvara de ser también protagonistas y culpables del fracaso.
RELEVO GENERACIONAL
Finalmente, en medio de la descomposición, canibalismo y rapiña del PRI, algo serio ha salido con la autocrítica del presidente del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político, A.C. (Icadep), Guillermo Deloya Cobián, con su llamado urgente al relevo generacional del tricolor poblano, en donde desde hace más de 20 años se ve a los mismos nombres, hombres y mujeres, disputándose las posiciones.
Deloya, cercano a César Camacho Quiroz, coordinador de la fracción del PRI en la Cámara baja, también ha expresado que está puesto para 2018. Aunque en la actual coyuntura no hay que descartarlo para la dirigencia estatal del PRI, en relevo de Estefan y con el respaldo de los Lastiri, los Doger, los Vega Rayet, etcétera.
Hay que reconocer que en el PRI actual hay muchos que ya están para la jubilación.