Aunque algunos de sus amigos del PRI ya la andan enfermando de gravedad, lo cierto es que Blanca Alcalá no deja de moverse en todo el estado de Puebla. De hecho, a no pocos presidentes municipales ha llamado poderosamente la atención el repentino activismo mostrado por la senadora de la República, quien, hasta donde se sabe, le sigue haciendo el “fuchi” a la minigubernatura del 2016, para apostar todo su resto –y capital político- a la grande en 2018.
Oficios como el que hoy se publica han llegado a partir del pasado mes de agosto a diversos ayuntamientos del interior del estado; en todos ellos, como se observa, la ex alcaldesa de Puebla solicita autorización para instalar en el zócalo de cada cabecera “una unidad móvil de servicios y realizar actividades relacionadas con mis funciones” de legisladora.
Un modo sutil, pero seguro, de mantener contacto directo y permanente con poblanos de todos los sectores.
Vamos: Una campaña que no es campaña.
Blanca Alcalá viene aprovechando especialmente los fines de semana para realizar recorridos en la entidad poblana, con o sin el consentimiento de la débil dirigencia estatal priísta, sin autoridad política ni estatura moral para fijar reglas del juego, o piso parejo, a todos los que aspiran a la gubernatura, la grande o la chiquita.
Para desgracia del subsecretario de la Sedesol, Juan Carlos Lastiri, o de los diputados federales Javier López Zavala y Enrique Doger, entre otros de los amigos de la senadora, ésta no luce enferma ni cansada, ni mucho menos ajena a la lucha por el poder, que ya empezó hace un buen rato en Puebla; incluso, todo parece indicar que no se está durmiendo en sus laureles y sigue al pie de la letra aquello de que “el que no se mueve, no sale en la foto”.
Para ello ha echado a andar la denominada “Ruta Blanca”, una oficina móvil que recorre los municipios del estado para brindar atención ciudadana, como asesorías jurídicas, consultas médicas y actividades recreativas.
En otras palabras, una obvia plataforma para promover su imagen y seguir acumulando capital político rumbo a lo que será la madre de todas las guerras electorales, tras las intermedias de 2015.
Por más que Ana Isabel Allende, la presidenta del partido en el estado, jure y perjure que ése, el de la lucha por la candidatura a la gubernatura, “no es tema”.
Sí, cómo no.
***
Que nadie se extrañe si en los próximos días el Cabildo de Puebla luce como en una función de lucha libre, con peleas tan interminables como estériles y una serie de llaves, piquetes de ojos y golpes contusos entre los señores regidores y las muy respetables señoras regidoras del PRI y PAN.
Y es que al coordinador de los priístas, Iván Galindo, le dio por mandar de vacaciones al arte de la política y radicalizarse en sus posturas respecto al gobierno municipal encabezado por Tony Gali Fayad.
De hecho ya giró instrucciones a sus compañeros de grupo para que a partir del próximo viernes, cuando el Cabildo sesione para analizar los estados financieros de la comuna, voten todo, absolutamente todo en contra, sin importar argumentos ni razones.
Cual kamikaze, Galindo ha tomado la decisión de quemar sus naves, romper todos sus puentes y cualquier opción de diálogo e irse a una especie de guerra de guerrillas contra el ayuntamiento capitalino, el mismo que según él, y su titiritero, encarna todos los males habidos y por haber en el estado.
Por supuesto que no todos los regidores del PRI comparten la visión de su coordinador, por lo que no hay que descartar sorpresas sobre la postura final que algunos de ellos asuman ante temas torales del municipio de Puebla.
Por más que Galindo les haya ordenado seguirlo hasta el final en ése, su enésimo salto al precipicio.
El equipo de Tony Gali tiene, por supuesto, mayoría suficiente para aprobar o sacar adelante cualquier proyecto, dictamen o iniciativa, y no se va a dejar asustar por la insensatez, el protagonismo y el radicalismo de quien se asume como dueño de verdades absolutas, y mucho menos a doblegar en aras de la unanimidad.
Pero de que se va a poner bueno, se va a poner bueno.