Aunque públicamente afirman que siguen en pie los acuerdos e incluso aparecen sonrientes en comidas de la “unidad”, la verdad es que en el fondo prevalecen la desconfianza, los golpes bajos y los problemas entre yunquistas y morenovallistas.
Si bien el arreglo inicial quedó firme: ocho regidores –la mitad del Cabildo-, tres diputaciones uninominales, la plurinominal del ex dirigente panista Juan Carlos Mondragón y una curul federal, en su momento, para el alcalde Eduardo Rivera Pérez, a cambio del aval de la ultraderecha a la candidatura de Tony Gali Fayad a la presidencia municipal, la ambición ha podido más y en los últimos días han surgido señales de que no todo es felicidad.
A Casa Puebla, por ejemplo, han llegado informes muy serios en el sentido de que el juego no ha sido del todo limpio. De hecho, se ha detectado a Pablo Rodríguez Regordosa y Franco Rodríguez Álvarez tratando de llegar hasta el rector de la BUAP, Enrique Agüera Ibáñez, para pactar y dinamitar con el apoyo universitario la postulación de Gali.
Hace unos días el secretario adjunto de Elecciones del CEN del PAN y jefe de facto de El Yunque, Juan Manuel Oliva, fue el portavoz de una extraña petición.
Según Oliva, Gali debía presentar un reporte completo y detallado sobre su situación patrimonial para que el Comité Ejecutivo Nacional lo empiece a considerar formalmente como precandidato, un requisito que no aparece en ningún estatuto o código interno.
La solicitud fue enmarcada en un contexto peligroso: la guerra sucia desatada contra el secretario de Infraestructura, misma que algunos indicios y ciertas huellas llevan hacia fuerzas de la ultraderecha.
Cuentan que la respuesta de Gali, y por tanto del gobernador Rafael Moreno Valle, no tuvo desperdicio: el aspirante a la alcaldía proporcionaría sin dudarlo toda la información requerida por Oliva y sus secuaces.
Pero con la condición de que todos los precandidatos sin excepción, incluyendo al funcionario estatal, hicieran lo mismo y se sometieran a un examen antidoping y a una prueba de polígrafo.
Totalmente sorprendido, pues la contrapropuesta cayó como bomba, el secretario adjunto de Elecciones titubeó y entonces retiró la petición.
Pero capítulos como este se han dado continuamente en los últimos días, por más que yunquistas y morenovallistas presuman de unidad y se tomen la foto.
Los primeros afirman estar convencidos de apoyar a Gali, pero sólo es de “dientes para afuera”; tienen la esperanza de que el “delfín” de Casa Puebla se caiga y de que Pablo o Franco se hagan de la candidatura. Y están en ello. Obsesionados.
Los segundos, por su parte, saben que no pueden confiar en tipos como Oliva o Juan Carlos Mondragón, pues no saben respetar acuerdos; sin embargo, forzosamente necesitan transitar con ellos para preservar la marca PAN, un activo valioso, indispensable para el futuro político del gobernador.
En estos momentos se está aplicando la encuesta –con uno de tres reactivos dirigido a la militancia panista- que será decisiva para definir al candidato a la presidencia municipal.
Tal vez las cosas cambien con los resultados que arroje ese ejercicio demoscópico. Pero que nadie se sorprenda si la ultraderecha hace una última jugada, un último y desesperado esfuerzo con tal de tumbar a Tony Gali. Y es que es capaz de pactar con el PRI -y hasta con el diablo- con tal de salirse con la suya. No sería la primera vez que lo hiciera. Todo Puebla lo sabe.