Hasta el pasado mes de diciembre, Rafael Moreno Valle estaba seguro que Enrique Agüera no lucharía por ser el candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla.
Así, incluso, lo comentó, varias veces, a sus principales funcionarios y operadores políticos: “No va a ir”, decía el gobernador.
Esa idea, sin embargo, empezó a cambiar a principios de enero cuando por vías indirectas Casa Puebla supo de las reuniones del rector de la BUAP con la secretaria general del CEN del PRI, Ivonne Ortega, y luego, por separado, con César Camacho Quiroz, el dirigente nacional del tricolor, a quien expresó su interés en participar sin lugar a dudas en el proceso interno.
La confirmación de que Agüera iba con todo para pelear la candidatura llegó de la súbita cargada de diversos y sui géneris grupos abriendo su juego y pidiendo que el académico sea el abanderado, algo inédito en la biografía pública del funcionario universitario.
Entonces Moreno Valle entendió la seriedad del proyecto agüerista y de la necesidad de neutralizarlo, o al menos de intentarlo.
Mejor seguir teniéndolo de aliado de facto que de rival electoral. Más vale un mal arreglo que un buen pleito.
Durante una reunión privada celebrada a mediados de enero, pasado el segundo informe, de la que pocos, muy pocos se enteraron, el gobernador hizo una muy seria propuesta al rector de la máxima casa de estudios.
Moreno Valle nombraría a Agüera al frente de la nueva –y renovada- Secretaría de Desarrollo Rural, Sustentabilidad y Ordenamiento Territorial, abriéndole las puertas del reino morenovallista y bajándolo de la escena central de la puja interna priísta por la alcaldía de 4 años y 8 meses.
Pero el rector de la BUAP no mordió esa, una verdadera manzana envenenada, y declinó la invitación.
Desde entonces lo que priva en la relación es una especie de guerra fría, donde la distancia, la desconfianza y el silencio son las principales características.
¿Desde cuándo no aparecen en público Moreno Valle y Agüera?
¿Dónde quedaron las 22 menciones al gobernador en el discurso del rector el día de su tercer informe?
¿Qué se hizo la cortesía republicana de Casa Puebla con la BUAP y sus principales actores?
¿A dónde se fue de vacaciones?
Hoy, todo parece indicar, ambos bandos se preparan para la guerra (ya suenan, a lejos, los tambores), la guerra total y absoluta, en un anunciado choque de estructuras, un cara a cara, fuerza contra fuerza, a matar o morir.
Como en la Teoría de Juegos, aunque saben que vienen de frente y que chocarán, ninguno de los dos trenes va a quitarse.
Y si bien saben que la colisión va a darse y que ambos saldrán profundamente lastimados, nadie baja ni bajará la velocidad.
Ya lo escribieron los profetas del poder:
El conflicto nuclear es la única posibilidad cuando dos súper potencias quieren lo mismo al mismo tiempo.