Más tardó el delegado del CEN del PRI, Fernando Moreno Peña, en asegurar que el pasado de Mario Marín no afectará a su partido en Puebla, que la realidad en desmentirlo.
Una manifestación de mujeres frente a las oficinas del tricolor, para recordar los siete años del audio escándalo en el que penosamente se vio envuelto, sirvió para confirmar que el desprestigio del góber precioso es tan grande, que todavía alcanzará para explotarlo y capitalizarlo en el proceso electoral de este 2013.
No es para menos tratándose –como se trata- del ex mandatario más impresentable en la historia del estado.
De ese al cual Rafael Moreno Valle decidió perdonarle la vida, pasando por alto una de las leyes del poder:
“Aplaste a su enemigo por completo. Si se deja encendida una sola brasa, por muy débil que sea, siempre se corre el riesgo de que vuelva a desencadenarse un incendio”.
Oscuros pactos de impunidad aparte, Mario Marín no sólo no es un caso cerrado, sino que será tema de campaña, y no sólo por el caso de tráfico de influencias y violación a los derechos humanos de la periodista Lydia Cacho, asunto que sigue presente en el inconsciente colectivo de Puebla.
Fuentes bien informadas aseguran que se avecina una verdadera tormenta: órdenes de aprehensión y decomisos en contra de algunos de los más notables integrantes de la burbuja marinista.
De esa que ya resucitó y que ya opera y que ya salió de su madriguera con el claro fin de recuperar el tiempo –y el poder- perdido y hacer pagar con sangre la derrota de 2010.
Cuentan que argumentos y material no faltan para llevar a varios “peces gordos” al patíbulo.
Tal vez por eso la contralora Patricia Leal Islas trabaja estos días a marchas forzadas para dejar listos los expedientes antes de lanzarse a una nueva aventura electoral, ahora por una diputación por un distrito de la capital.
Según el delegado Moreno Peña, Marín no será un lastre para el PRI, pues ni él ni Lydia Cacho aparecerán en las boletas del próximo 7 de julio.
Se equivoca, y rotundamente.
Tanto él como el dirigente estatal, Pablo Fernández del Campo, y los candidatos a alcaldías y diputaciones tendrán que cargar con esa pesada losa y enfrentar una de las campañas más duras de la historia de Puebla.
La mala fama del góber precioso no será: ya es un bocado apetitoso, y jugoso, y útil, y al alcance de la mano, para los estrategas que, desde sus cuartos de guerra, ya elaboran spots, hacen acopio de documentos, reviven grabaciones hasta hoy desconocidas y desempolvan su viejo arsenal.
La manifestación de mujeres en la sede del PRI es sólo un pequeño aviso.
Y es que en el caso de Mario Marín, ahora sí –como dice el clásico- “lo mejor está por venir”.