En el afán de controlar todo, ni el deporte se salva.
Tras la debacle por inanición del equipo profesional de beisbol Los Pericos, que aunque se quede en Puebla terminará en mera caricatura de lo que un día llegó a ser, avanza a pasos agigantados el proyecto para obligar al empresario Ricardo Henaine a salir del estado con todo y lo que queda de La Franja, que no es poco.
Con discreción pero constancia, desde el poder se apoya a los hermanos Jesús y Carlos López Chargoy para concluir al cien por ciento la operación de compra-venta del club de futbol San Luis.
Según cuentan fuentes cercanas a la operación, Los Chargoy, actuales accionistas minoritarios del Puebla, han sido respaldados por un importante grupo de empresarios morenovallistas, todos ellos beneficiarios de contratos de obra pública y jugosas adquisiciones gubernamentales, con el “noble” fin de traer a partir de la próxima temporada al equipo de San Luis Potosí, una ciudad con afición incipiente y, por tanto, indiferente a la idea de quedarse sin futbol de Liga MX.
Entre los planes para acabar de cocinar el pastel está una jugada sorpresiva para hacer nula la concesión de La Franja para poder jugar en el estadio Cuauhtémoc -al que los Henaine pretendieron cambiar el nombre y no pudieron- y la negativa de la BUAP para hacer uso del recientemente galardonado Estadio Universitario como sede alterna.
Esto, obviamente, pondría en un serio aprieto al equipo de Henaine, pues no tendría casa donde jugar. Tanto Los Chargoy como el gobierno esperan que el empresario “maldito” del sexenio acepte las ofertas que desde hace tiempo tiene de Guerrero o Veracruz para llevarse a La Franja.
Es ahí donde entraría a escena el San Luis, que con nuevo nombre -¿Los Camoteros de Puebla?, ¿Los Morenovallistas de Los Fuertes? o ¿Los Reales de Puebla?-, una fuerte inyección de dinero y una identidad gráfica que no permita extrañar a La Franja, se convertiría en el nuevo equipo oficial de futbol profesional del estado, con todo pero todo –ahora sí- el apoyo del gobierno de Moreno Valle.
Dicen que en un reciente viaje a Las Vegas, teniendo como marco el espectacular hotel Wynn, los involucrados terminaron por afinar los detalles del maquiavélico plan, del que no son ajenos Televisa ni la Federación Mexicana de Futbol.
La idea, obviamente, es terminar de destruir a Ricardo Henaine, el empresario que fue traicionado por Mario Marín –quien literalmente lo vendió para justificar mediáticamente la falsa guerra del actual gobernador contra la corrupción del pasado- y que sin embargo guarda un as bajo la manga para evitar perder lo único y último importante que le queda en Puebla.
Aquí y en China, el futbol es un negocio que deja muchos millones de pesos, pero también una decisiva arma política, que bien usada desde el poder da popularidad y votos, muchos votos.
Que nadie se extrañe que en la guerra electoral de 2013, La Franja, o lo que quede de ella, sea un motivo adicional de discordia entre Los Pinos y el huésped de Casa Puebla.
Se va a poner bueno.