Arturo Luna Silva
Como encontrar una aguja en un pajar.
Así -más o menos- ha resultado hasta ahora el proceso de elección de quien a partir de febrero próximo será el (o la) representante del gobierno de Rafael Moreno Valle en el (estratégico, fundamental, inevitable, multidimensional) Distrito Federal.
Y es que el perfil que el gobernador electo busca no se encuentra precisamente a la vuelta de la esquina.
Y menos cuando tooodo mundo sabe que el ex senador panista tiene claros intereses nacionales, intereses que pasan por la cantada pavimentación de su camino político hacia Los Pinos.
Fuentes allegadas a Moreno Valle cuentan que hace un par de semanas ya habían dado con la persona idónea para desempeñar la muy difícil tarea de representar al gobierno de Puebla en lo general y al nuevo gobernador en lo particular en la capital de la República.
Incluso el coordinador del equipo de transición y futuro todopoderoso secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla, ya se había entrevistado con el elegido.
Se trataba de un encumbrado panista del estado de Nuevo León, con relaciones de primerísimo nivel con políticos de todo signo, empresarios, dueños de medios, diplomáticos, periodistas, escritores, organizaciones sociales, artistas, cabilderos, promotores culturales, líderes sindicales, intelectuales del D.F., etcétera.
Sin embargo, la contratación se vino abajo debido a que dicho personaje recibió de última hora una atractiva oferta para integrarse al equipo de operadores del presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, César Nava.
Desde entonces, las opciones para encabezar la oficina poblana ubicada en avenida Chapultepec 494 en la colonia Roma se redujeron a cero.
O casi.
Y es que ciertamente se han manejado algunos nombres, pero a la fecha ninguno de los candidatos al puesto le ha “llenado el ojo” a Moreno Valle, quien lo menos que quiere es repetir el mismo grave, gravísimo, error que Mario Marín.
El cual tal vez hubiese sorteado con un poco más de éxito la fase inicial de la crisis política y mediática del (horroroso) caso Cacho si hubiese tenido precisamente en el Distrito Federal a un operador de mayor nivel que el de Jorge Hickman Morales, hasta hoy un célebre desconocido en las “ligas mayores” de la política nacional; vamos: un auténtico cero a la izquierda.
(Quizá, por ejemplo, Marín se hubiese evitado el ridículo de la famosa entrevista con Carlos Loret de Mola y la pena ajena tras la no menos desafortunada entrevista telefónica con Joaquín López Dóriga. Quizá).
Como todo mundo sabe –y si no, imagina-, Moreno Valle ha construido en la capital del país una impresionante red de relaciones que seguramente ningún otro político de Puebla vigente puede presumir.
La red va de Elba Esther Gordillo (SNTE) a Bernardo Gómez (Televisa), de Marcelo Ebrard (gobernador capitalino) a José Narro (UNAM), de Manuel Camacho (DIA) a Jorge Mendoza (TV Azteca), de Jesús Ortega (PRD) a Beatriz Paredes (PRI), de Liébano Sáenz (Gabinete de Comunicación Estratégica) a Javier Lozano Alarcón (SCT) –que fue representante en el D.F. del gobernador Melquiades Morales-. Y de Carlos Slim (Grupo Carso) a Norberto Rivera (arzobispo primado de México), entre otros y otras.
De ahí que no esté resultando precisamente una tarea fácil encontrar a alguien con tal –o similar, al menos- nivel de “amistades”.
Lo único bueno es que los headhunters del gobernador electo aún tienen tiempo (unos 70 días y contando) para dar con el perfil adecuado y completar el gabinetazo.
¿Y si contratan un espacio en el Aviso Oportuno?
¿Algo así como: “Se busca Representante en el De Efe que se codee con los dueños de México para operar Importante Proyecto Presidencial”?
Es pregunta, conste.