Como en los últimos años, Andrés Manuel López Obrador y Morena han marcado los tiempos y el ritmo a la oposición. En el clima político, hoy por hoy la temperatura la ponen las corcholatas lopezobradoristas y, a partir de ahí, todos bailan al mismo compás. En Puebla, vendrán pronto los destapes también del bloque PRI, PAN y PRD. Este miércoles, el alcalde Eduardo Rivera, la única carta real de los opositores, reconoció que le gustaría participar en “algo” en las boletas de 2024. “Algo” que no se sabe bien si es la gubernatura, la reelección o el Senado. Pareciera que, tras el resultado adverso en Estado de México, el edil capitalino se está pensando con más calma buscar llegar a Casa Aguayo.
Seguir el calendario que impone el régimen es la única vía, para no quedarse fuera.
A pesar de ir al filo de la legalidad o, desde algunas opiniones, en franca ilegalidad, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus aspirantes muy probablemente no serán sancionados.
Mayor razón para seguir su ritmo.
En una entrevista banquetera, el Eduardo Rivera, además de expresar su enésimo tímido destape a “algo” en la elección del próximo año, dijo una verdad absoluta: urge que también se muestren las corcholatas de la oposición.
No con esas palabras, pero sí con esa esencia.
“Me parece que también hay que mostrar la otra cara de la moneda, de las diferentes opciones que pudiera tener el país: los de la alianza que encabeza Morena y los de la alianza que encabezan, de alguna manera, PAN, PRD, PRD”, señaló.
Tiene razón.
Porque si no habrá sanciones.
Si los de Morena, con el argumento de que no están definiendo candidato, sino coordinador o coordinadora de la Defensa de la Cuarta Transformación (4T), se pasan la ley por el arco del triunfo, pues hay que bailar al mismo son.
Porque ellos y ella harán campaña los siguientes 70 días.
Luego, el o la elegida tendrá nueve meses -a partir del 6 de septiembre- de giras y actos por todo el país, antes de la jornada electoral del primer domingo de junio de 2024.
La oposición no puede quedarse de brazos cruzados.
De ahí que, a pesar de la tibieza con la que lo hizo, es relevante que Lalo Rivera saliera a reconocer que sí piensa en 2024.
Claro que su definición, cuando lleguen los tiempos y salgan las reglas, como también dijo, será estratégica.
Dependerá, antes, de la selección del candidato o candidata de Morena a la gubernatura.
De si, luego de ese proceso, se advierte la posibilidad de rompimiento interno en el morenismo poblano.
Si se reedita o se da un escenario parecido al de Coahuila.
Con algo así sueñan en Puebla PRI, PAN y PRD.
Pero si no, las opciones cambian.
Habrá la posibilidad del Senado de la República o la reelección, para Eduardo Rivera.
Y como para él, para todos en el bloque antiMorena.
Desde los aspirantes a alcaldes y alcaldesas y a diputados y diputadas.
La temperatura está alta en Morena.
Y el golpe de calor le pega directo a la oposición.
El riesgo es que la deshidrate… aún más.