Con los tiempos adelantados para elegir al candidato o a la candidata de Morena a la Presidencia de la República, que apresurarán también las definiciones a la gubernatura en Puebla, dudas ineludibles surgen: ¿Morena se puede mantener cohesionado?, ¿habrá unidad, como ha pedido Andrés Manuel López Obrador? o ¿alguien será factor de rebeldía y rompimiento, como pasó en Coahuila? En conclusión: ¿alguien está preparando, en el estado, su túnica de Judas?
Las experiencias de los recientes procesos han dejado claro que, si Morena va unido, es invencible.
Pero si se fractura, pierde.
Eso, a pesar de la indiscutible fuerza electoral de la Cuarta Transformación (4T) y la alta aceptación del presidente López Obrador.
Ahí están las abrumadoras consecuencias de la derrota por 35 puntos en Coahuila.
Entre las nueve gubernaturas que estarán en juego en 2024, junto con la Presidencia, está la poblana.
Aquí pareciera que hay pronóstico reservado.
El panorama está muy nebuloso.
Los poblanos hemos aprendido que aquí todo puede ocurrir.
Lo cierto es que cualquiera que sea el candidato o la candidata a la gubernatura, si el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) se mantiene unido,no tendrá ningún contratiempo.
Irá prácticamente a un “día de campo”, contra una oposición desarticulada y desdibujada en el estado.
Pero si hay rompimiento, habrá inexorablemente problemas para el partido del régimen y sus aliados.
¿Quién va a ser el Judas o la Judas en Puebla?
¿Habrá realmente la posibilidad de que alguien, si no resulta seleccionado o seleccionada como candidato, rompa y vaya en contra del lopezobradorismo en las boletas?
¿Quién afila el cuchillo?
¿Alejandro Armenta, presidente del Senado de la República?
¿Nacho Mier, presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados?
¿Olivia Salomón, secretaria de Economía?
¿Rodrigo Abdala, súper delegado de Bienestar?
¿Julio Huerta, secretario de Gobernación estatal?
En palabras de los lopezobradoristas, que descalifican a los rebeldes:
¿Quién va a poner primero sus intereses personales y luego los de Morena?
La traición ha sido históricamente esencia misma de la política.
El resentimiento y la rebeldía son condiciones humanas.
¿Quién va a ser en Puebla el Ricardo Mejía Berdeja (quien terminó por ser esquirol de la 4T y rompió la alianza en Coahuila)?
¿Quién, en cambio, el Higinio Martínez, que en el Edomex se sacrificó y dejó pasar a Delfina Gómez, a pesar de estar muy bien posicionado?
¿Quién será en Puebla el causante de una probable derrota de Morena?
Hoy, aquí, el partido del Presidente tiene una tendencia de voto, como marca, que lo ubica en una cómoda posición, de cara a 2024.
Hay un dato relevante, que publicó El País, sobre la cena que el lunes AMLO encabezó con las corcholatas, dirigentes y gobernadores.
De acuerdo con el diario español, que tiene una muy precisa corresponsalía en México, durante la reunión en el restaurante El Mayor de la Ciudad de México, el Presidente hizo un anuncio.
Una advertencia.
Dijo que quienes busquen participar en la contienda interna por la candidatura presidencial, deberán firmar el compromiso de que se quedarán en el movimiento y darán su respaldo a quien gane la candidatura.
Es una promesa de lealtad, a cualquier costo.
En cualquier escenario.
Es obvio que ese modelo se va a replicar en los estados.
¿Quién va a negarse a firmar?
¿Armenta?
¿Mier?
¿Olivia?
¿Abdala?
¿Huerta?
¿Alguno o alguna tiene ya su túnica lista, lavada y planchada para clavar el puñal a Morena?
¿Alguno o alguna se atreverá?…