La comparecencia ante el Congreso local de la titular de Planeación y Finanzas del gobierno del estado, Teresa Castro Corro, por encima de posiciones personales y partidistas que se expresaron desde la tribuna, debe observarse como un ejercicio parlamentario que hacía mucho, muchísimo, no se veía en el poder Legislativo del estado de Puebla y que estamos deseando que se dé con más frecuencia. No sólo por necesidad o coyuntura política.
Fue una sesión plena de contrapeso y división de poderes, algo inédito desde al menos Mariano Piña Olaya -es decir, desde que tengo registro periodístico real-.
No solamente la oposición, sino también los partidos del sistema y, en el papel, aliados de la funcionaria, ofrecieron cuestionamientos e interrogantes con esencia.
Por supuesto, también hubo color.
Ese que se ve tan poco en los Congresos locales y que alimenta y da sabor al periodismo.
Específicamente a la crónica parlamentaria, que ya se ve, se hace, se escucha y se lee poco.
Sin duda, Teresa Castro fue acribillada por algunos y algunas legisladoras, incluso con desplantes y algunos protagónicos excesos, pero también aprovechó la oportunidad para informar.
Estuve ahí y me dio la impresión, más allá de fobias y filias, de que sus respuestas fueron puntuales sobre temas específicos.
Si bien no dio, porque no había margen para ello, una defensa exitosa de su gestión, tampoco salió huyendo ni eludió su obligación de contestar.
Lo hizo con información.
Con carácter, que le sobra.
Y con técnica pues, además, nos guste o no, la tiene, y se sobra.
Ella no es política. Nunca lo fue, no quiere serlo.
En ese contexto, Castro Corro dijo que asume la responsabilidad por la fallida inversión de 600 millones de pesos en el Banco Accendo.
El tema central -y polémico y espinoso- de la inédita comparecencia.
Esa institución bancaria privada, hay que recordar, quebró y el dinero del gobierno del estado y, por tanto, de todos y todas los poblanos, ha quedado en el limbo.
Cosa grave, por supuesto.
De hecho, ante los legisladores, en una sesión extraordinaria, la titular de Finanzas, que comenzó en 2019 al llegar Miguel Barbosa a la gubernatura, debió reconocer que no hay certeza de nada, respecto de esa suma.
En pocas palabras, demos por perdida casi la totalidad.
Se justificó, con la legalidad de la inversión y la solidez que, en ese momento, tenía Banco Accendo, con respaldo de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Aunque todos los legisladores y legisladoras la cuestionaron con energía -lo que se agradece y aplaude-, la tarde se la llevó la priísta Silvia Tanús.
En tono airado, muy de color de debate, cuestionó con qué facultades administrativas se hizo esa inversión.
¿Por qué se eligió esa institución?
¿Por qué no supervisó el estado de esas inversiones?
¿Se le ocultó, en su momento, a Barbosa Huerta?
Por momentos hubo diálogo subido de tono.
Se dieron encontronazos.
Estridencias.
Dimes y diretes.
La experimentada legisladora del tricolor festejó que cada vez haya más gabinetes paritarios, pero dijo que por eso mismo hay más obligación de rendir cuentas, en honor a las mujeres que las precedieron en la función pública.
Se llevó tímidos aplausos.
Quizá por ignorancia de la mayoría de las diputadas y de los diputados, quienes, sin memoria histórica, creen estar inventando el “hilo negro”.
Improvisados e improvisadas, suponen (risas grabadas) que Puebla nació con la 4T y que ellos, y ellas, protagonizan un tiempo histórico.
¡Pobres ilusos e ilusas, patéticos y patéticas!
En fin…
A final de cuentas, “haiga sido como haiga sido”, por las razones que sean, hubo parlamento puro.
De parlar.
Hablar.
De debatir.
Y eso debe festejarse.
Que no sea la primera vez.
Tampoco la última.
Por la salud de Puebla.