Tras los dos pasados ejercicios de Consulta Popular convocados por el gobierno lopezobradorista, sobre la cancelación del Aeropuerto de Texcoco y sobre el juicio penal a ex presidentes, muchas cosas hemos aprendido. Sabemos bien que se trata de meras simulaciones que ni siquiera su principal impulsor, el Presidente de la República, toma en serio. Por ello cualquier participación, a favor o en contra, sólo abona a hacerle el juego a este sistema.
Nada será distinto con la Revocación de Mandato.
Es una pérdida de tiempo.
Un esfuerzo que, realmente, nada abona al país ni a la democracia.
Una tragicomedia que, por cierto, nos costará la descomunal cifra de 3 mil 830 millones de pesos.
Dinero que está haciendo falta para muchas necesidades: medicamentos, escuelas, carreteras, vacunas, equipamiento de hospitales y un largo etcétera.
En ella es previsible que ganará el SÍ (que continúe en la Presidencia), sin importar que no se presente a las urnas 40 por ciento de la Lista Nominal Nacional: alrededor de 37 millones de ciudadanos y ciudadanas.
Sin embargo, cada voto por el NO también refuerza al tabasqueño.
Veamos la lista de argumentos del porqué no conviene participar.
Las dos consultas anteriores de nada sirvieron y el propio Andrés Manuel López Obrador se las pasó por el arco del triunfo.
La consulta para cancelar el Aeropuerto de Texcoco, que se realizó a finales de octubre de 2018, cuando López Obrador era todavía presidente electo, fue bautizada como “México Decide” y se realizó con total desaseo.
Cero metodología.
Participó apenas un millón 067 mil 859 personas, menos de uno por ciento del Padrón Electoral, y 69.95 por ciento apoyó la cancelación.
Fue un albazo a modo que “validó” (así entre comillas) lo que de por sí iba a hacer el Presidente, cuando llegara a Palacio Nacional:
Tirar a la basura la obra que dejó avanzada el peñismo, con un costo para el país de 113.327 millones de pesos.
Luego vino la tristemente célebre consulta para enjuiciar a los ex presidentes.
Fue realizada ya formalmente, pero se quedó muy lejos de los números de participación para considerarse “vinculante”.
Es decir, que generara procesos jurídicos.
Cuando AMLO no consiguió el mínimo de firmas requeridas para su realización, optó por presentar directamente la pregunta de la consulta al Senado de la República, como está contemplado en la ley.
Luego de jaloneos que llegaron hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que redactó un galimatías y retiró los nombres de los ex mandatarios, se realizó y fue un total fracaso.
De 40 por ciento requerido para que fuera “vinculante”, sólo participó 7 por ciento de la Lista Nominal Nacional.
López Obrador quedó “impedido” (así también entre comillas) para ese prometido juicio, con el que mantuvo atento al país por meses.
Un gran distractor sí fue el tema.
Pero al final de cuentas hizo lo que quiso y dijo que, de todos modos, iba a pedir a la Fiscalía General de la República (FGR) que los investigara.
Esos dos ejercicios, y el tercero no tiene que ser distinto, le han servido al tabasqueño para plantear un escenario en el que se viste de héroe y sentencia a los villanos, a quienes señala su mesiánico dedito.
Al final, hace, dice y actúa como le place.
Ahora va por la Revocación de Mandato.
La polarización del país le conviene.
Si en el enfrentamiento entre sus aliados (tildados de chairos por sus antagónicos), contra sus detractores (conocidos por los primeros como fifís), logra en las urnas la participación de 40 por ciento de la Lista Nominal Nacional, la consulta tendrá “validez legal”.
Entonces, no sólo simbólicamente, sino también “jurídicamente”, AMLO volverá a ganar la Presidencia y su “autoridad moral” (parece un exceso, pero todas las comillas son necesarias) crecerá.
Entonces, podrá hacer todo lo que guste, sin pudor y sin reparos, montado en esa reforzada autoridad “popular”.
Verbigracia: Podría desaparecer el Instituto Nacional Electoral (INE).
Plantear reformas en materia de institutos de salud.
Sobre las Fuerzas armadas.
En materia de organismos autónomos.
Una reforma profunda, incluso constitucional, en materia electoral.
Todo a su alcance.
En su mano.
Totalmente.
Absolutamente.