Muy quitado de la pena, con la mente ajena a la orden de aprehensión que pesa en su contra y a mil 508.3 kilómetros de casa, el diputado local José Juan Espinosa Torres, el J.J., se esconde en Houston, Texas, en donde se da vida de príncipe. O al menos así era, hasta hace un par de días, en que vivía con una descarada tranquilidad, como si la conciencia la tuviera bañada en pureza.
Mientras tanto, aparenta que sigue en la entidad y lo subraya en sus diarias transmisiones en redes sociales.
A la vista se trata de una fallida simulación.
Él está en realidad en la Unión Americana, hasta donde su placentera fuga se vio inquietada el pasado lunes 8 de febrero.
A mitad del día, el ex alcalde de San Pedro Cholula, sobre quien pesan acusaciones de fraude millonario y otras, fue visto y saludado por un par de poblanos por aquella ciudad texana.
El diputado, quien recién retornó de su licencia legislativa, simulando que estaba en Puebla, comía en Del Frisco’s Grille, uno de los restaurantes más exclusivos de The Woodlands, a 40 minutos de la ciudad de Houston.
En ese lugar, “opulento y romántico, de carnes de alta cocina” -según su propia descripción-, el prófugo de la justicia y de su destino estaba, aseguran los testigos, muy bien acompañado.
Su tan hedonista tarde, a la orilla del lago artificial que se ve desde la terraza del restaurante, entre manjares y elíxires, fue súbitamente alterada.
Hasta el hambre se le fue.
En The Woodlands, esa ciudad de apenas unos 95 mil habitantes, en el texano condado de Montgomery, que el poblano había escogido para andar a sus anchas esa tarde, sucedió lo impensable.
Se vio descubierto por sus paisanos.
En el restaurant del 1900 Hughes Landing Boulevard, el J. J. quedó desencajado.
Palideció en este lugar, en donde un Filet Mignon de 340 gramos cuesta 42 dólares (unos 843 pesos mexicanos) o un Prime Ribeye de 450 gramos, 39 dólares (unos 783 pesos mexicanos).
Las botellas de vino más baratas tienen precio de 58 dólares (unos mil 605 pesos mexicanos).
Ahí, tras el trago amargo -literal-, Espinosa dejó pasar unos 10 minutos, pidió la cuenta y se fue a toda prisa.
Posiblemente de regreso a su escondite en la cercana ciudad de Houston.
A su lado, casi a rastras, iba con zancadas largas la joven dama que lo acompañaba.
Karina de nombre, aseguran.
La insólita coincidencia confirma que José Juan se esconde -o se escondía hasta el lunes- en Estados Unidos, en Texas, en Houston, para ser exactos.
Ya lo había adelantado el informado periodista Iván Tirzo, en dos entregas de su columna “Golpe Bajo”, en el portal MTP Noticias.
La primera del 2 de febrero: “José Juan se esconde en Houston, preparan captura con apoyo de la Interpol”.
La segunda al día siguiente: “José Juan voló del aeropuerto de Veracruz a Estados Unidos”.
En éstas, el periodista detalla con pelos y señales cómo José Juan ocupó dos meses y medio para planear su fuga.
También revela que la Fiscalía General del Estado (FGE) de Puebla lo ubicó ya, efectivamente, en Houston.
Las viandas excelsas de la vida diaria del J. J. en Estados Unidos, con mucha seguridad hoy son amargas.
La compañía, seguramente, ya tampoco es tan placentera.
El salto de mata de privilegio en que vivía es ahora desasosiego.
Una orden de aprehensión cuelga sobre él.
Hoy no hay padrinos que lo salven.
Mario Marín Torres cayó la semana pasada en Acapulco y está en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Cancún.
Especialmente a él, que tuvo el descaro de inscribirse para contender por una diputación federal y también en la interna de Morena para la alcaldía de San Pedro Cholula, el caso de la aprehensión de Valentín Meneses, su amigo y otro marinista, debe decirle mucho.
Debe ser un grito de alarma.
Desde el 29 de octubre, la Auditoría Superior del Estado (ASE) lo denunció por peculado, fraude, asociación delictuosa y abuso de autoridad.
Todo, encuadrado en el presunto desvío de 100.6 millones de pesos, cuando fue alcalde de San Pedro, entre 2014-2018.
También, en el contexto de factureras y empresas fantasma.
Hay además otra denuncia por enriquecimiento ilícito, que data de 2018, con la Carpeta de Investigación 234/2018/FECC/UI-A.
Desde su escondite, el J. J. ha sido temerario y ha desafiado a las instituciones.
En esencia, ha pretendido burlarse de la ley.
Ha supuesto que, como presunto delincuente en fuga, está blindado por la distancia de mil 508.3 kilómetros.
Comete errores muy pueriles, que no se esperarían de un hampón de esa calaña.
Por el exceso de confianza es que caen.
Así les ha pasado a tantos.
De este a oeste, de norte a sur.
De Acapulco a Houston.
De Cancún a Puebla.
gar_pro@hotmail.com