Los seis procesos electorales que están en desarrollo, incluidos dos por gubernaturas, el extraordinario de Puebla y el ordinario de Baja California, se prevé que rompan los récords históricos de abstencionismo, con participaciones tan famélicas, que rondarán 30 por ciento de las Listas Nominales en esos estados, en donde se disputan también alcaldías y diputaciones. En nuestra entidad, que tuvo una muy alta asistencia a las urnas el año pasado, con 68.3 por ciento de los 4.5 millones de potenciales votantes, se avizora en los cuartos de guerra de los candidatos y en las oficinas que deben, por oficio, estar al pendiente, apenas una concurrencia de 39 por ciento; la peor de la historia contemporánea del estado. En los seis casos la legitimidad de los resultados podría verse cuestionada por la muy baja participación.
Si a finales de marzo ya se veía un panorama negro, cuando las previsiones poblanas estaban en 46 por ciento de participación, mayo a la mitad de sus días llegó con una alerta en números rojos: 39 por ciento es la nueva estimación.
Algo similar que en Puebla ocurre en Baja California, en donde las previsiones más positivas suponen que acudirá apenas 35 por ciento de sus 2.8 millones de votantes.
Y por ahí rondará la asistencia para sufragar en Aguascalientes, en donde hay elección de 11 alcaldías y Durango también con la renovación de 39 ayuntamientos.
Asimismo, en las legislativas de Quintana Roo, en que se eligen 15 diputaciones de mayoría relativa y 10 plurinominales.
Y, finalmente, Tamaulipas también con la definición de un total de 36 curules (22 de mayoría y 14 pluris).
La expectativa tan baja en la convocatoria a las urnas nos está mostrando que en Puebla, en esos otros cinco estados y en todo el país, la gente se cansa de los políticos, las campañas y las elecciones tan consecutivas.
El caso poblano es producto de una indeseable tragedia, pues ya se realizó la reforma política para empatar los procesos locales a los federales.
En los otros casos urge realizarla.
Otro dato más que evidencia que la población está exhausta de votar es la bajísima participación de los poblanos en el extranjero.
Hasta el pasado 13 de mayo, en su corte de los paquetes recibidos desde el extranjero, el Instituto Nacional Electoral (INE) apenas tenía mil 200 de los 4 mil 269 que envío para quienes expresaron el deseo de votar.
De ellos, por obviedad, la mayoría llegaron desde Estados Unidos, mil 105; de Canadá 25 y 22 de Alemania.
Sin perder un ápice de legalidad, los resultados que arrojan comicios con bajas participaciones de los ciudadanos, sin embargo tienen una legitimidad frágil.
Claro que esta no es completamente atribuible a los candidatos y partidos, sino más a los votantes.
También a un sistema agotador, que también genera apatía colectiva.
En Puebla, la verdad -y lo vimos con el debate que apenas vio 33 por ciento de la población en edad para votar, de acuerdo con el BEAP- es que las campañas no han emocionado.
Los candidatos, en mayor o menor medida cada quien, no entusiasman.
El lugar común de que las campañas sucias alejan a los electores, tampoco aplica en este caso.
El desinterés ha estado desde antes de que se definieran los abanderados.
La inercia pareciera jugar un papel primordial para este 2 de junio.
Y esa es de clara abulia en los ciudadanos.