Del PRI en Puebla quedan apenas pavesas. Un “ya casi nadie” desolador. La pasada semana perdió a uno de sus pilares, cuando la acomodaticia CTM se sumó al candidato Luis Miguel Barbosa, de Juntos Haremos Historia. Este martes recibió un golpe devastador, con el respaldo público al morenista, que hizo la otrora estructura de líderes de la CNC-Puebla, quienes estrenaron su Movimiento Agrarista Emiliano Zapata (MAEM), con la ex diputada local Maritza Marín a la cabeza. El asunto es de extrema gravedad efectiva y simbólica para el tricolor y su abanderado a la gubernatura, Alberto Jiménez Merino, quien fue dirigente de ese Sector Campesino y se proclama como “el candidato del campo”. En el priísmo poblano da la impresión de que, como van las cosas, tal vez ya no quede siquiera quien apague la luz, cuando todos se hayan ido.
La llegada de los ex cenecistas a la campaña de la coalición que conforman Morena, PT y PVEM se cocinó con paciencia, hechos afortunados, coincidencias amargas y mucho oficio también de Barbosa.
Ha mostrado el ex senador olfato, oficio y capacidad de convencer incluso a los impensables.
La política es pragmatismo y eso quedó claro en la construcción de esta suma que, de acuerdo con los números del propio candidato Barbosa, le significan al menos 50 mil potenciales votos más por todo el estado, cifra que puede ser expansiva.
Maritza Marín Marcelo, quien ejerció un periodo de seis años –dos más que el estatutario- como presidenta de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del estado de Puebla, filial de la Confederación Nacional Campesina (CNC), por los cambios y bandazos que enfrentaba la organización, tuvo primero una invitación a trabajar en el gobierno estatal interino.
Sin embargo, una vez que el 29 de marzo entregó finalmente la CNC-Puebla, desde la trinchera barbosista se abrió otra posibilidad.
Hubo antecedentes que no se conocen.
La salida de la ex legisladora local se planteó desde el equipo del ya entonces candidato priísta Alberto Jiménez Merino, y por él de propia voz ante la dirigencia estatal que encabezó Javier Casique, con tintes revanchistas.
Hay mucho rencor, rabia y odio de los merinistas contra la también ex presidenta de Cuayuca de Andrade.
Pidieron su cabeza y querían correrla de mala manera, con “deshonra”.
No ponderó el equipo merinista el daño que se estaba autoinfringiendo.
Y tampoco investigó bien, pues la misma Maritza llevaba meses pidiendo al presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de la CNC, el diputado federal Ismael Hernández Deras, su relevo.
Por una u otra, Maritza Marín se fue, pero con ella toda la estructura:
Operadores, líderes regionales, cabezas de los sistema producto, los juveniles y un largo etcétera de quienes fueron fieles al cenecismo y al PRI, pero que se vieron en una nueva realidad, “ninguneados” por la dirigencia estatal recién llegada del tricolor, con Lorenzo Rivera, como presidente estatal, y su candidato.
Jiménez Merino tuvo que echar mano de sus colaboradores y compadres, así como de la vieja guardia cenecista, para dar la impresión de que la organización seguía viva.
En paralelo, Maritza Marín comenzó los acercamientos con Barbosa.
Fueron varias semanas hasta llegar a la construcción del acto multitudinario de este martes en el centro de convenciones, en el que la ex CNC reunió a 3 mil 500 campesinos y campesinas y la CONSUCC-Puebla (Consejo Nacional de Sociedades y Unidades con Campesinos y Colonos) otros mil, en apoyo a Luis Miguel Barbosa Huerta.
No hay acuerdo de nada.
Ni cargos ni cuotas ni promesas, nos dicen.
Barbosa la reconoció públicamente y en entrevista como una líder sólida “a quien quiero mucho”.
Eso pinta un escenario a futuro.
Pero la salida de los hoy ex cenecistas ninguneados por el PRI y su abanderado deja una amarga sensación de soledad en el antes partido de Estado.
Y es que no es la única priista que se ha sumado al barbosismo.
Hay líderes reales, operadores eficientes y también, no hay que perderlo de vista, tránsfugas sin escrúpulos y traidores de coyuntura.
Hay otros elementos que justifican la debandada de priístas:
Nadie quiere ahogarse en el desprestigio del partido y del prófugo Mario Marín, quien puso candidato a la gubernatura, coordinador de campaña, dirigente partidista y hasta velador en el PRI poblano, antes de que tuviera que huir perseguido por el añejo caso de tortura a la periodista Lydia Cacho.
La suma de Maritza Marín a Barbosa es muy simbólica también porque ella, a diferencia del cetemisma Leobardo Soto, nunca trabajó para el morenovallismo.
Además la ex diputada en sí misma es icónica en la CNC-Puebla, porque había estado militando ahí casi desde niña.
También que la otrora estructura de líderes de la CNC le dé la espalda al PRI es además gravísimo, porque se supone que Jiménez Merino era el fuerte para el voto verde.
¿Ahora ni eso?
Ya sin sectores, pues el Popular está en coma y los Obrero y Campesino con Barbosa, el PRI poblano queda en ruinas.
El último en salir que apague la luz y cierre la puerta.
Esa podría ser la próxima instrucción.
¿Quedará quien la escuche?