Fundado en 1986 como un negocio familiar multimillonario –el sempiterno e impune negocio de los González Torres y González Martínez-, el Partido Verde Ecologista de México es tal vez lo peor que ha producido la política mexicana en los últimos 20 años. Decir que el epicentro de su actividad es venderse al mejor postor, sea quien sea, suena muy pobre ante el amplio y perverso recorrido de esta franquicia que no es partido, no es verde, y menos ecologista, pero que sí ha hecho escuela en eso de negociar con los ganadores –y traicionar a sus aliados en el momento oportuno- con tal de seguir saliéndose con la suya: acumular riqueza, riqueza y más riqueza, con un cinismo infinito. Cinismo que, por cierto, no importó al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ni a sus senadores y diputados, para convertir al PVEM en su nuevo y más importante aliado en eso que han decidido denominar la “Cuarta Transformación”, un proceso en el que, por lo que se ve, sobreviven los viejos códigos del poder priísta pues no hay escrúpulo alguno para lograr los objetivos políticos y el fin justifica los medios.
Gracias a los cinco diputados federales que el PVEM cedió a Morena, en pago por la desaseada e inconstitucional aprobación en el Senado de la licencia que convirtió a Manuel “El Güero” Velasco en senador y gobernador de Chiapas al mismo tiempo, el partido de AMLO tendrá mayoría en San Lázaro, un trueque que muy pronto –quizá demasiado pronto- ha exhibido las miserias de un “Movimiento” que pretende “Regenerar” a México y “transformarlo” con base incluso en una “Constitución Moral” que, además de constituir un despropósito, hoy suena más bien a demagogia, populismo e hipocresía.
¿Hay alguna duda de que el PVEM, el nuevo aliado de AMLO, es parte de esa “mafia del poder” que el presidente electo prometió combatir hasta lograr su extinción?
En el 2000 el PVEM acordó aliarse con el PAN para participar en las elecciones federales bajo el nombre Alianza por el Cambio.
Esta alianza logró la victoria en la elección presidencial, pero en el 2001 el partido se deslindó de la administración del presidente Vicente Fox porque supuestamente no se cumplieron acuerdos establecidos en materia ambiental.
Para las elecciones federales de 2003, el PVEM se alió en 100 de 300 distritos electorales con el PRI, formando la Alianza para Todos y obteniendo para el partido 17 escaños en la Cámara de Diputados, 14 de ellos de representación proporcional.
Desde entonces a la fecha, el PVEM se ha aliado con el PRI en la mayoría de las elecciones para gobernadores de los estados.
Para la candidatura a la presidencia de 2006, el PVEM tuvo como candidato a Bernardo de la Garza, pero el partido verde decidió bajarlo de la contienda y presentar a Roberto Madrazo, del PRI, como su candidato.
Aquella vez llevó a cabo una fuerte campaña de publicidad en televisión promoviendo Iniciativas Basura y de “combate a la corrupción”, que lo llevaron a adquirir cierto respaldo en algunos sectores de la población.
Durante la campaña para las elecciones intermedias de 2009, el PVEM se concentró en promover la pena de muerte para asesinos y secuestradores –con este tema ha lucrado hasta la saciedad-, ampliar las horas de escuela para relevar del cuidado de los hijos a los padres que trabajan, y promover que las medicinas sean gratuitas.
Actores de televisión participaron como portavoces del partido en sus anuncios publicitarios, lo que le mereció una fuerte sanción que luego, mágicamente, libró.
En 2012 el PVEM registró al priísta Enrique Peña Nieto como su candidato aportando a su campaña 1.91%, de los votos y obteniendo su primer gobierno en Chiapas, precisamente el de Manuel “El Güero” Velasco.
En la pasada elección del 1 de julio, el PVEM decidió ir en coalición con el PRI y Nueva Alianza, dando su apoyo –es un decir- al candidato presidencial José Antonio Meade.
El verdeecologista es tan prágmatico, y tan convenenciero, que este 2018 en Puebla, por ejemplo, no apoyó al candidato del PRI la gubernatura, Enrique Doger; prefirió enviar a un candidato propio, Michel Chaín, que en los hechos jugó para los intereses de la candidata del PAN-PRD-MC-CPP-PSI, Martha Erika Alonso.
A nivel nacional, más tardó en confirmarse la aplastante derrota de Meade, que el PVEM en anunciar su nuevo matrimonio con Morena; de esa perversa e inescrupulosa unión conyugal nació la licencia para Manuel Velasco y la mayoría del partido de AMLO en la Cámara de Diputados.
La historia del PVEM, pues, está llena de alianzas de ocasión y traiciones duraderas. Lo mismo ha ido de la mano del PAN que del PRI y no le ha importado tener fuertes y tórridos romances con Nueva Alianza y hasta con el PRD, a los que ha abandonado una vez que sus intereses económicos y políticos, los de la familia González, han sido satisfechos.
Y precisamente con ese “partido”, el PVEM, uno de los más multados por las autoridades por múltiples violaciones a la ley electoral, López Obrador ha decidido iniciar la “Cuarta Transformación” del país.
Todavía en mayo de 2015, como está registrado en redes sociales, el actual presidente electo juraba que el Verde Ecologista era una “franquicia de la mafia del poder”.
Pero eso ya no lo piensa más. Como tampoco que Elba Esther Gordillo es una corrupta, Napoleón Gómez Urrutia un vulgar ladrón y Manuel Bartlett el autor de los fraudes electorales más escandalosos de México.
¿Regeneración de la vida pública del país?
Sí, cómo no.