Con la reactivación de su presencia mediática, el ex gobernador Rafael Moreno Valle ha arrancado caminos paralelos hacia la presidencia del CEN del PAN o a la coordinación panista en el Senado. En las dos rutas enfrenta la oposición férrea del grupo del ex candidato presidencial Ricardo Anaya Cortés, quien busca revancha porque el poblano, supuestamente, encabezó al grupo de albiazules que, días antes del 1 de julio, tendió puentes con el lopezobradorismo. Su difícil pero no imposible camino hacia la presidencia partidista provoca, además, una interrogante sobre el caso Puebla: ¿esa posición lo convertiría en factor de fuerza para contener la probable intención de Andrés Manuel López Obrador de dar un manotazo al TEPJF para anular el proceso?
En tanto, la segunda posibilidad como jefe senatorial generaría además una morbosa coincidencia.
El actual coordinador de la Comisión Política Nacional de ese partido sería, por añadidura, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Alta, incluso en el primer año de la LXIV Legislatura.
Entonces se daría una histórica sincronía -indeseable para muchos- de ser el poblano, junto con el presidente de San Lázaro, el presidente del Poder Judicial y Enrique Peña Nieto, quienes flanqueen a López Obrador el próximo 1 de diciembre, cuando rinda protesta como Presidente de la República.
Las posibilidades del poblano pasan, todas inexorablemente, por la habilidad que tenga para formalizar alianzas.
Y en todas es inevitable el enfrentamiento cara a cara con el anayismo, o con lo que queda del anayismo –que no son pocos ni están mancos-.
Los dos bandos se acusan con argumentos de traición.
Los medios nacionales colocan a Moreno Valle como uno de los nueve panistas con posibilidad de alcanzar la presidencia del CEN.
Lo ubican además como el aspirante con más experiencia.
Lo que no dicen es que tal vez sea quien tiene la mayor cantidad enemigos internos.
Algunos muy poderosos en el PAN, quienes actualmente son gobernadores.
Por ejemplo, el chihuahuense Javier Corral Jurado, quien este mismo lunes abrió fuego a nombre de ese anayismo que pretende seguir mandando en el partido a costa incluso de seguir destruyéndolo:
“La auténtica recuperación, el verdadero sentido de rescate del PAN, debe empezar por saber qué pasó exactamente en la elección de Puebla y deslindarnos de cualquier práctica antidemocrática. Recobraremos la credibilidad, cuando pongamos fin a la simulación y la mentira”, tuiteó Corral.
Pero Max Cortázar, el comunicador de Moreno Valle, de inmediato le contestó:
“Javier Corral: en Puebla se ganó con el trabajo arduo de la militancia y el voto de los poblanos. La verdadera recuperación del PAN no pasa por hacerle el trabajo sucio a Morena. Sí pasa por dejar atrás la desinformación, la simulación y la mentira que pretendes difundir”.
La guerra en el PAN, pues, ha comenzado, y en ella el ex gobernador poblano tiene un papel relevante, aunque no exento de obstáculos.
De hecho, un elemento más que a Moreno Valle le podría complicar muchísimo su camino, a los ojos de la militancia del PAN, es su pasado priísta.
Los 23 anteriores presidentes del Partido Acción Nacional, incluidos los interinos y sustitutos, han sido siempre panistas de cepa.
Muchos de ellos, como Manuel Gómez Morín, presidente fundador, Efraín González Morfín, Pablo Emilio Madero o Luis H. Álvarez gozan de una devoción casi religiosa por su ideología franca de derecha y humanista.
Ahí, los conservadores que no son pocos y entre ellos hay algunos integrantes de la Asamblea de Gobernadores del PAN (GOAN), seguramente serán los principales opositores a que Moreno Valle llegue a la dirigencia.
Pero también al menos con siete de los 12 integrantes del GOAN, Moreno Valle tiene coincidencias que quedaron en evidencia con el desplegado en el que, días antes de la jornada electoral, ofrecieron apoyo al “próximo presidente”.
El respaldo a López Obrador fue adelantado así por los mandatarios panistas, incluido el poblano Tony Gali, y en el que la mano morenovallista dejó verse.
Anaya acusó deslealtades y enfureció.
Lo firmaron también los gobernadores de Aguascalientes, Martín Orozco Sandoval; de Baja California Sur, Carlos Mendoza Davis; de Durango, José Rosas Aispuro Torres; de Querétaro, Francisco Domínguez Servién; de Quintana Roo, Carlos Joaquín González; y de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
En este escenario, sin embargo, el ex mandatario poblano tiene Plan B.
Para la otra opción, podría sumar fuerzas con los calderonistas para contribuir al triunfo de otro panista -se habla del senador con licencia Roberto Gil Zuarth-, para luego quedarse con la coordinación del GPPAN en la Cámara Alta.
En ese partido, por estatutos, es únicamente el presidente del CEN el facultado para designar a los coordinadores parlamentarios de las dos cámaras del Congreso de la Unión.
En ese supuesto también tendría influencia en la dirigencia nacional, sin ser él el titular.
Las rutas y las estrategias del morenovallismo hoy son nacionales, muy fuera del terruño.
Sin embargo, tocan en lo inmediato a Puebla y van al largo aliento con su proyecto personal.
Las dos necesitan del aniquilamiento de la corriente de Anaya Cortés.
Y eso es recíproco.
Llegó, así, para los dos bandos la larga noche de los cuchillos largos.
A ver quién gana, a ver quién prevalece.