Este 15, 16 y 17 de octubre empezarán formalmente los diferentes procesos de elección de los directores en nueve unidades académicas y en el Instituto de Ciencias de la BUAP.
Ante las comisiones de auscultación se sabrá cuántos aspirantes solicitan su registro para ser avalados y poder competir mediante voto individual, libre, directo y secreto el 30 de octubre.
Dicha coyuntura interna es la primera para el nuevo rectorado que encabeza Alfonso Esparza Ortiz, pero se presenta como un buen momento para su gobierno en términos de cambiar y desmontar viejas prácticas, métodos y formas del quehacer universitario.
De todos, los tres procesos internos más polémicos y cuestionados son los de las facultades de Derecho y Educación Física -en manos aún de Guillermo Nares Rodríguez- y el de la facultad de Administración Pública, donde su actual director, Ricardo Paredes Solorio, busca nuevamente mantenerse en el cargo, para no abandonar su obsesión de aspirar dentro de cuatro años a la rectoría.
La elección de directores en tres preparatorias de la propia universidad también tiene que ser fundamental para la propia administración central de la BUAP.
Y es que algunos universitarios han planteado que para romper el círculo vicioso, las formas de control y el nepotismo existente en algunas de estas escuelas, el rector Esparza Ortiz tiene hoy la gran oportunidad de hacer las transformaciones anunciadas desde la etapa previa a su toma de protesta.
Y es que todos los directores, de una u otra forma, fueron impulsados, avalados y “palomeados” por la anterior administración, la administración agüerista.
A pesar de que las escuelas preparatorias son una parte importante de la columna vertebral de la propia universidad, muchos directores no alcanzan a ver más allá, su visión es corta, cerrada y solo ven por sus propios intereses.
Un ejemplo: son tantas las ocupaciones de los directores que seguramente no tienen tiempo ni para modificar su imagen, presentación y servicios en la página oficial de la BUAP, que datan desde el 2010.
En círculos de profesores se cree que la única manera para impulsar el trabajo y los proyectos de calidad educativa en las preparatorias, es con reformas, reformas en serio, en donde los directores dejen de ocupar el mismo cargo por dos ocasiones sucesivas; que a mediano plazo sea el Consejo Universitario, a propuesta del propio rector, quien decida a los directores, y que los maestros de las preparatorias obtengan un lugar mediante concurso, pues así se evitará el control y la manipulación de las academias.
Por ejemplo, ahora que habrá elecciones en la “Enrique Cabrera Barroso”, urbana, su actual director, Benjamín Pérez Romero, busca a toda costa imponer a su hermano, Augusto Eleno Pérez Romero, no importándole nada, más que el “bienestar” de toda su familia. A pesar que los niveles de enseñanza-aprendizaje para los jóvenes han bajado y que la calidad académica no es la mejor, este personaje, anclado en el pasado, sigue pensando que la preparatoria le pertenece.
El doctor en Historia Rogelio Sánchez es tal vez la última alternativa viable para sacar adelante el proyecto anunciado por el rector Esparza Ortiz en dicha preparatoria. Es un profesor sensible con la mayoría de los estudiantes y maestros, además de honesto, congruente y respetuoso de las instituciones. Pero hoy, lamentablemente, ha sido víctima de una campaña de guerra sucia, en la que ha sido denostado de ser “narista” pero sólo para sacarlo de la contienda.
En la “2 de Octubre”, mientras tanto, comentan que la actual directora, Julieta Bautista Luna, nuevamente quiere repetir, al igual que lo hizo su esposo en la Facultad de Psicología, bajo el método de tener todo bajo control.
Su trabajo ha sido de claroscuros, en lo académico no han logrado ser una de las primeras en la prueba ENLACE, su relación con los estudiantes es fría, mantiene ciertos rasgos autoritarios y forma un grupo de presión con la directora de la preparatoria “Benito Juárez García”, quien siempre tuvo como referente al famoso “Lobo” Rocha, personaje nefasto como pocos para la BUAP.
Nada diferente sucede en la “Alfonso Calderón Moreno”, pues su actual director, Moisés Avendaño Cruz, siempre de la mano de Antonio Carcaño Morales, alias “El Petates”, ha controlado está escuela por más de 20 años.
En efecto: mantienen el mando de las academias, en todas tienen familiares y amigos, el nivel académico se debe al esfuerzo de los propios maestros y no del grupo en el poder. Existe un estado de permanente vigilancia, la pluralidad no está permitida, existe temor entre los profesores de expresar su opinión y las decisiones las toma uno solo: Carcaño Morales.
Ayer formaron parte del grupo político de Guillermo Nares Rodríguez, pero ya se apartaron de él; actualmente han hecho de dicha escuela su coto de poder y un espacio de control caciquil. Hoy es candidato único Antonio Carcaño y, por desgracia, no tiene a nadie que se le oponga, por miedo.
De ahí que hay que insistir en que tal vez sea este el mejor momento para que la nueva administración central de la universidad tome el toro por los cuernos, dé un manotazo en la mesa y evite este continuismo nocivo que, de prevalecer y de salirse con la suya, seguirá dañando el tejido social de los universitarios.
Porque algo debe quedar claro: las preparatorias son la estructura que deben impulsar los cambios y las transformaciones anunciadas por Esparza Ortiz.
Los grupos de presión enquistados en dichas escuelas no aportan más, sólo problemas, desgaste, atraso académico y desprestigio
Han desgastado a las propias instituciones y en los casos ya descritos, entre los tres directores llevan más de 30 años de control en estos importantísimos espacios de educación media superior.
Su reinado, o más bien cacicazgo, debe llegar a su fin, por el bien de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que no ya no se merece seguir arrastrando las inercias y los errores del pasado, que tanto afectaron a la máxima casa de estudios.
Es, sí, ahora o nunca, y tanto el rector como los universitarios tienen la palabra.
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