Aunque todavía se resisten a hacerla oficial, está más que confirmada la salida del tabasqueño Víctor Manuel Barceló de la Subsecretaría de Asuntos Políticos de la todopoderosa Secretaría General de Gobierno.
Al parecer el destino del funcionario está ahora en la SEP, al lado de su amigo Luis Maldonado; en tanto, su sucesor en Casa Aguayo está al parecer en la misma Casa Aguayo, aunque esto en todo caso habrá de ratificarse o desmentirse hasta la próxima semana.
¿Pero por qué se va Barceló?
Qué causa su relevo.
Hete aquí 12 muy, pero muy probables razones:
1. Fuereño, su desconocimiento sobre la realidad política en Puebla es verdad y tuvo su peso específico en la toma de decisiones. Su curva de aprendizaje fue demasiado prolongada; vamos, rebasó el límite previsto por sus superiores. Por consecuencia, nunca alcanzó a conocer el ayer, el hoy y el mañana de los grupos sociales y de presión que se mueven en Puebla (y sus alrededores).
2. Andaba –como se dice- a ciegas: la versión de que se perdía en el Centro Histórico, nunca fue un mito ni un mal chiste del círculo rojo. Si no conocía a los grupos y a los líderes, menos la complicada, casi caótica geografía poblana.
3. Su antecesor, el priísta Joe Hernández Corona, dejó un auténtico caos. Desapareció expedientes y archivos claves, y sólo heredó computadoras viejas y llenas de virus y telarañas. Barceló tuvo que partir prácticamente de cero. Demasiado para quien tampoco se rodeó de los asesores adecuados.
4. Durante el marinismo, la Subsecretaría de Asuntos Políticos daba solución a todo –y todo es todo- mediante compadrazgos o dinero. Barceló intentó cambiar el rumbo; al poco tiempo, se enteró que sin relaciones y sin recursos económicos, la política-política se atora, se traba, no pasa, fracasa. Es ley no escrita.
5. Hombre de buenas intenciones, su perfil, empero, nunca fue el adecuado para un área netamente política y de mucha grilla –y jiribilla- social. El caso Barceló resultará a la larga paradigmático: el gobernador y su grupo compacto están confirmando en los hechos que hay pocos cuadros; que de los que existen, todos tienen algún tipo de nexo con el PRI, y que sus aliados, los partidos de la coalición, tienen grillos profesionales y ambiciosos, pero no verdaderos operadores políticos, especie en peligro de extinción en la otrora oposición.
6. Fue rebasado por la dinámica –casi aerodinámica- del gobierno morenovallista. Su reloj siempre estuvo atrasado respecto al reloj del poder, y el tiempo, implacable, lo atrapó entre la lentitud y la ineficiencia, ambas igual de graves, sobre todo cuando se tiene prisa, mucha prisa.
7. La política interna del gobierno no desea, no le gustan, no quiere manifestaciones de ningún tipo, y menos que éstas lleguen hasta Casa Aguayo, epicentro del área política del gobierno. Barceló nunca pudo evitarlo. Más de una vez fue sorprendido por grupos de quejosos cuando él creía haberlos controlado o desactivado.
8. Tarde se dio cuenta que muchos de los problemas políticos y sociales de la actualidad son herencia del anterior o anteriores gobiernos. Peor: no pocas veces dio validez a acuerdos del pasado que no tendrían que haber sido reconocidos por el presente gobierno. No puede decirse que pecó de ingenuo, pero casi…
9. Su manejo de la información política fue deficiente, por no decir desastrosa. Él y sus agentes se limitaron a reproducirla o copiarla, pero nunca a interpretarla o analizarla para sacarle provecho a la hora de las negociaciones. En ese sentido, se puso a la misma altura de la política en Puebla: aldeana, improvisada y todavía muy artesanal, por desgracia.
10. Su estructura regional (delegaciones) fue mala desde el principio. Muchas veces llegaron tarde y mal. Pocas ocasiones lograron vacunar o prevenir los conflictos. Su mayor fracaso fue el caso Huauchinango, donde un grupo del SME y de defraudados por cajas de ahorro agredió verbal, y casi físicamente, al gobernador Moreno Valle. Un auténtico desastre que provocó enojo, mucho enojo, y algo peor: pérdida de confianza.
11. Sin quererlo, o queriéndolo, fue evidenciado como incapaz –o limitado, al menos- por el nuevo vocero gubernamental, Sergio Ramírez Robles, quien en dos días logró lo que Barceló no pudo en meses: provocar y abrir canales de diálogo hacia los electricistas de Nuevo Necaxa y al ex dirigente sindical del Colegio de Bachilleres, Refugio Rivas. Por mencionar sólo dos casos.
12. Agotó la paciencia de Fernando Manzanilla; claro, la más importante, trascendente y poderosa de todas las razones.
Así de fácil, así de sencillo.
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Algo debe tener Puebla dado que algunos insisten en visitarla.
Tal es el caso de Andrés Manuel López Obrador, quien pronto regresará al estado.
El tabasqueño estará el 17 de agosto en Tehuacán y Ciudad Serdán.
Y un día después visitará Ajalpan.